Sobre el Aborto, en respuesta a Catalina Baeza

Señor Director:

En referencia a la carta de la psicóloga Catalina Baeza, publicada en su medio el 27 de agosto y que alude a mi columna del 20 del mismo mes, me gustaría aclarar ciertos puntos que son los que considero más relevantes:

1. La Psicóloga Baeza sostiene que “no es objetivo del Proyecto de Ley “tratar” la salud mental de las mujeres”. Si esto es cierto, entonces no se entiende por qué razón en la página 19 del Proyecto de Ley, bajo el título III de “Objetivos”, se explicita textualmente, en el caso de las alteraciones fetales incompatibles con la vida que “forzar a llevar a la mujer a término tal embarazo, o bien obligarla a que espere la muerte del feto, supone mantenerla en un permanente estado de duelo” y en el caso de embarazo producto de una violación, “El trauma de la violencia sexual no puede ser agravado por el Estado”.  Duelo y trauma (estados propios del campo de la salud mental) son por ende los focos de atención del proyecto. Si Baeza sostiene que el tratamiento no es el objetivo, también sería bueno saber por qué motivo quienes defienden el proyecto hablan de aborto “terapéutico”, entendiendo que “terapia” es aquello que trata una determinada afección.

2. Señala Baeza que en mi columna afirmo que la mujer con un feto malformado presenta patologías psiquiátricas previas, por lo que me permito aclarar que lo que indiqué en mi artículo es que dicha madre tiene apego con el feto (lo que es un factor predictor demostrado de complicaciones psiquiátricas post aborto) y que, por otra parte, la mayoría de las mujeres embarazadas producto de una violación han sido violadas sistemáticamente, por lo que efectivamente ellas sí tienen posiblemente psicopatología previa. Lamento si la forma de redacción de mi columna impidió que Baeza comprendiera lo que se intentaba decir.

3.  Afirma la psicóloga que “el consenso científico concluye que existe un porcentaje bastante menor de mujeres que sufren de alguna complicación psiquiátrica después de practicarse un aborto”. Lo que ella no dice es que la mayoría de dichos estudios (Como el de Rocca, de 2015, al que aparentemente hace referencia en su carta) tienen un diseño metodológico que no permite ingresar a mujeres con fetos con malformaciones (ya que es sabido que ellas tienen mala evolución post aborto) y además no incluye a ninguna mujer con embarazo producto de violación. Es decir, Baeza se refiere a estudios que excluyen precisamente a mujeres en estas dos causales. Además sostiene que “los estudios comparativos de mujeres con relatos de aborto no distinguen los motivos por los que interrumpieron su embarazo”, lo que a mi parecer refleja falta de interiorización respecto del tema en cuestión, por lo que la invito respetuosamente a realizar una revisión seria de la evidencia científica disponible en lugar de emitir juicios carentes de fundamento (incluso puede limitarse a leer una herramienta respetada y de frecuente consulta para los médicos, el UpToDate de Psychiatric aspects of pregnancy termination, actualizado al año 2015). Le sugiero además que analice este último documento íntegramente, ya que si sólo lee el resumen, posiblemente no corregirá sus errores conceptuales.

4. Baeza me acusa, además, de ser “irresponsable” por catalogar al duelo como un problema psiquiátrico, pero lo insólito es que es ella misma quién hace dicha afirmación, ya que en ninguna parte de mi columna se afirma que el sufrimiento inherente al duelo constituya una enfermedad. Pero Baeza va aún más allá, insinúa que invisibilizo a las mujeres y las transformo en “histéricas” por el hecho de tener útero. Al respecto, sólo puedo decir que, a mi parecer, dicha aseveración lamentablemente dice más de ella que de la realidad objetiva, que cualquier lector puede de hecho ver en mi columna. Y ya que ella habla de invisibilizar, cabe preguntarse si le parece que las miles de mujeres alrededor del mundo que se han unido en agrupaciones de “víctimas del aborto” han sido lo suficientemente escuchadas y vistas. Yo personalmente tengo varias pacientes que siguen sufriendo las consecuencias psíquicas de un aborto tras décadas de habérselo realizado, por lo que creo que ellas se sentirían infinitamente invisibilizadas por personas como Baeza, para quienes su dolor vendría a ser imaginario o inexistente.

5. Finaliza su exposición asegurando que “Desde el punto de vista psicológico o psiquiátrico, está ampliamente documentado que no hay riesgo para la salud mental... Lo que de hecho no hay, es algún estudio serio, que concluya que las mujeres que decidieron abortar hayan tenido algún problema psíquico o daño de algún tipo a largo plazo”. Si a la Psicóloga Baeza no le parece serio el estudio del año 2008 de la Asociación Americana de Psicología (que admite que las mujeres que abortar fetos con malformaciones evolucionan mal), el meta-análisis de Fergusson de 2013 (que demuestra que el aborto no produce beneficios psíquicos sino todo lo contrario) ni los trabajos de Sit (2007), Kersting (2004), Steinberg (2011), Russo (2001) o de tantos otros autores, no me queda más que invitarla a leer más literatura médica con un espíritu crítico y propositivo.

Dra. Francisca Decebal-Cuza

Médico Psiquiatra Adultos

Universidad de Chile


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