“Nuestro teatro es tan valioso que lo llevamos al mundo”

Por la (conocidísima) actividad de su padre, Mirta Romay creció entre estudios y escenarios y se mueve por el teatro El Nacional con naturalidad. "Cuando nací, mi papá (Alejandro, el Zar, sí) ya era locutor. Tengo el recuerdo de radio Libertad, corriendo por los pasillos", cuenta. Y aparece el gran salón con números en vivo, los palcos, la celebración de fin de año compartida con los vecinos que se acercaban para saludar a sus familiares del interior. "Antes de que lo convocaran a Canal 9 él compra este teatro. Y ya que hablamos de la Ciudad: en Gelly había funcionado el Armenonville (lujoso cabaret de 1910/1920). Tenía unas escaleras maravillosas de mármol que caían a un patio al que seguramente entrarían los carruajes", sigue.

¿Qué te enganchó de ese mundo?

Viví un ambiente de mucho desafío, casi diría que padezco de eso, lo que me abisma me atrae mucho, la incertidumbre me atrae, y creo que ese era un poco el clima que se vivía en casa. Todos los proyectos que hice siempre fueron muy innovadores. Eso es bueno y a veces no tanto. En Formar llevé adelante un entrecruzamiento entre la televisión, los libros y el sistema educativo. Ahora Teatrix, la plataforma en la que se pueden ver obras de teatro desde casa.

¿Por qué hacer algo así en una Ciudad con tanta cultura alrededor del teatro?

Los medios nos acercan, es una gran autopista donde llevás contenido a lugares que nunca imaginaste. Y si bien el teatro es una experiencia vívida también tiene un contenido maravilloso.

Una cosa no quita la otra.

Hay mucha gente que lo puede ver en el teatro y muchísima otra que nunca lo va a poder ver; es la posibilidad de llevarle algo a alguien que está muy lejos. La cultura es absolutamente sanadora. Son herramientas que te dan la posibilidad de transformar, en ese sentido nunca dejé de ser psicóloga y lo sigo viendo como un proyecto social. Cuando nos conmovemos con un actor o un relato salimos de otra manera de la experiencia. El teatro no es banal. Es uno de los acontecimientos eternos y lo va a seguir siendo porque lo necesitamos para vivir. En situaciones de crisis los teatros se llenan, históricamente fue así. Entonces, si es tan valioso, ¿por qué dejarlo encerrado si lo podemos tener en Mendoza, en San Juan y en todo el mundo? A la página entra gente de Estados Unidos, Colombia, de todos lados.

¿Cómo se toma el teatro que lo saques del teatro? Es un entorno que puede ser prejuicioso con algunas cuestiones...

Es un mundo analógico, básicamente de la butaca y la boletería, y yo estoy hablando de un mundo virtual, digital, es otro lenguaje. El proyecto salió en muy poco tiempo y quiere decir que las resistencias no son tales.

Empezaste con obras con mucha tradición, como La omisión de la familia Coleman...

La obra que lleva diez años girando por todo el mundo y es una de las que más se ve en la plataforma. (Claudio) Tolcachir todavía tiene un público que no la vio y se está perdiendo un dramaturgo fantástico. Más allá de la cuestión geográfica, hay gente a la que le cuesta conciliar el trabajo, los chicos, los horarios y todo lo demás para llegar al teatro.

¿Cómo es el trabajo que hacen?

Hacemos un registro de la obra teatral con cinco o seis cámaras, sonido, posproducción de imagen, a veces algún insert para poner en valor algunas escenas que vale la pena que tomemos desde arriba del escenario. Es más que un registro, tal vez una versión, aunque tampoco es el término adecuado. Pero es cierto que existe una mirada sobre lo que se muestra.

Claro, en una función de teatro todos tienen el mismo plano frontal y en el audiovisual juegan los planos que ustedes seleccionan...

Tiene que ver con la subjetividad, sí, estamos proponiendo una lectura. Estamos subiendo una obra por mes a la plataforma. Además hay entrevistas a los actores, autor y director. En el plano educativo trabajamos con Jorge Dubatti para desarrollar contenido que apunta a que la gente empiece a entender la puesta y entrar en otros debates. ¿Por qué algunos dicen que Muscari traiciona a Lorca? ¿Qué pasa con reescribir los clásicos?

Está pensado para un público que va más allá del espectador tradicional de teatro, formado, que conoce los textos...

En un público nuevo pero también en ese público que quiere pensar las cosas de otra manera. Si supiéramos cómo va a terminar esto no sería tan divertido.

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