“Es como volver a nacer”

El 24 de diciembre de 2012, frente a una mesa llena de comida, comenzaba uno de los desafíos más importantes en la vida de Francisca, una joven de 27 años que con más de 140 kilos y algunas dietas fracasadas se disponía nuevamente a darle a la lucha a una enfermedad que en la actualidad afecta a gran porcentaje de la población paraguaya: la obesidad.

Reconocer la enfermedad

Francisca se recuerda a sí misma como la chica que siempre fue “gordita” y que ya en tiempos de colegio sufrió bullying por esa condición; pero fue desde los 17 años, cuando comenzó la universidad y el trabajo, que realmente empezó a aumentar de peso considerablemente, al punto de que cuando culminó su carrera y se convirtió en abogada pesaba más de 140 kilos. La gente normalmente no comprende que es una enfermedad, que no se trata de "haraganería" o que nunca se intentó bajar de peso.

Una triste anécdota que lo demuestra fue un día en que Francisca tuvo que subir ocho pisos a entregar unos documentos del trabajo, porque sus compañeros consideraron que a ella le haría bien ejercitarse de esa forma; en realidad, la estaban exponiendo a que el corazón se le pare en el camino. Si bien la obesidad no le impidió inicialmente estudiar y trabajar, los problemas de salud no tardaron en llegar.

Y es que la obesidad está relacionada al desarrollo de múltiples patologías, como enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer, enfermedades respiratorias crónicas, osteoartritis, dislipidemias, esteatosis hepática, colelitiasis, síndrome de ovario poliquístico, gota, etc. En el caso de Francisca, apareció la apnea de sueño, que ocasiona un corte en la respiración que puede durar algunos segundos o incluso minutos y puede repetirse numerosas veces en la noche.

“Cuando llegaba a casa dispuesta para descansar no podía dormir porque se me cortaba el aire y tenía que hacer algún pataleo para recuperarme. Ahí fue como un punto donde yo dije: ‘tocaste fondo’. A partir de ahí fue que yo intenté bajar de peso porque me di cuenta que el problema era a raíz de mi obesidad”, recordó Francisca en entrevista con ABC Color.

Al igual que ella, cientos millones de personas en Paraguay padecen sobrepeso u obesidad. Las últimas cifras expuestas este año por el Ministerio de Salud indican que 35% de la población adulta tiene sobrepeso y 22%, obesidad, es decir que más de la mitad de la población paraguaya adulta padece esta enfermedad relacionada principalmente con la mala alimentación, la falta de ejercicios y la vida sedentaria en general. Las cifras se han duplicado en los últimos 15 años, explicó a ABC Color la doctora Tania Paiva, miembro de la Dirección de Vigilancia de Enfermedades no Transmisibles.

La búsqueda de ayuda: por un camino de lágrimas y satisfacciones

Francisca buscó opciones. Al principio todo parecía inalcanzable, pues, a pesar de ser una profesional que, además de ejercer, es docente, los presupuestos que recibió de centros privados para un tratamiento variaban entre los G. 80 millones y los G. 100 millones, lo que quedaba fuera de sus posibilidades. Luego de mucha búsqueda encontró en internet un anuncio sobre el Programa de Tratamiento Integral de la Obesidad en el Instituto de Previsión Social, que había sido habilitado solo unos meses antes.

En octubre de 2012 llegó a las charlas informativas, donde le explicaron lo largo que sería el proceso y las ventajas y riesgos que suponía. Dos meses después empezó a ver a una nutricionista y a una psicóloga. “Haber acudido a una psicóloga para mí fue fundamental, porque haber trabajado tanto el aspecto físico como lo mental, para mí fue la clave de que yo haya podido sobrellevar, sostener hasta hoy este esquema”, afirmó. Y es que esa psicóloga, Alejandrina Manzur, la acompañaría incluso el día de la cirugía para darle fortaleza, porque el miedo es un factor que no se puede omitir en este proceso, sobre todo antes de la cirugía, que es uno de los pilares del programa de IPS, aunque no todos los pacientes deben operarse, explicó el doctor Hugo Molina, jefe del servicio.

Durante ocho meses, Francisca se fortaleció psicológicamente y luchó físicamente para bajar el 10% de su peso, lo cual es un requisito para pasar a la fase de la cirugía. La fase más dura fue el inicio, porque arrancar las raíces de los hábitos cultivados durante toda su vida no fue fácil. Al principio caminaba cinco minutos y se agitaba, pero antes de la operación estaba corriendo 10 kilómetros en una hora y había perdido 26 kilos, más del 10% que le exigían.

Otro factor determinante es lograr el apoyo de la familia. “Es muy difícil porque famoso la familia te dice: ‘Sí, te apoyo, pero yo te quiero así como sos', porque tienen miedo a los riesgos (de la cirugía)”, dijo Francisca, en cuyo caso toda la familia tuvo que participar en parte de la terapia con la psicóloga para poder aceptar el desafío.

El post operatorio es como volver a nacer

Francisca recordó que tras la operación se "convirtió" -en cuanto a su alimentación- en un "bebé". Al día siguiente tomó 20 milímetros de agua, luego la misma cantidad de té de manzanilla y así pasaron los días y las semanas, hasta que llegó a la sopa, al licuado de carne, y recién al quinto mes, contó, volvió la sensación de que su estómago toleraría algo sólido.

“Es un proceso de readaptación fuerte, te digo, yo que me preparé, que hice la previa, que fue muy fuerte para mí prepararme psicológicamente, entender todo; sin embargo, yo desde que empecé este proceso, desde que llegué a mi casa el primer día empecé a llorar y habituarme otra vez a eso no fue nada fácil, fue muy difícil y ponele que en un año terminé de adaptarme a todo”, dijo.

Hoy día todo valió la pena, dice Francisca, quien se mantiene con 73 kg y 1,73 m de altura. A pesar de lo duro que fue, con el tiempo significó un cambio positivo en todos los aspectos de su vida, tanto para la salud como para la autoestima. “Para mí, haber estado con la obesidad y sobrepeso me impidió muchísimas cosas, tanto físicamente como mentalmente te afecta mucho, por más que yo me demostraba segura y que podía con todo. En realidad es muy limitante vivir con obesidad y la discriminación también que vivís”, afirmó.

 

El Programa de IPS

Hugo Molinas, médico a cargo del programa de IPS, señala que en estos tres años de existencia han pasado por el programa unas 500 personas, de las cuales 130 llegaron a la cirugía, aunque aclara que no en todos los casos se requiere la intervención. El promedio de tiempo que toma el tratamiento hasta la cirugía oscila entre los cinco y seis meses, pero después se sigue con las consultas presenciales y luego un acompañamiento telefónico.

“Lo difícil es ejecutar la decisión de la realización de la dieta. Puede llegar a ser muy duro cumplir el objetivo del descenso de peso. Una vez que lo ha conseguido, se torna nuevamente difícil el mantenimiento del peso ideal y al trascurrir el tiempo vuelven a ganar peso. Esto es lo más difícil y, en este contexto, entre todas las alternativas, la cirugía es la que más ayuda a mantener el peso ideal en el tiempo”, señala sobre la intervención que, además de IPS, la realizan el Hospital de Clínicas y el Hospital Nacional de Itauguá a nivel de servicios públicos. Ya en el sistema privado, el costo de la cirugía oscila entre los US$ 10.000 y US$ 13.000, cuenta el profesional.

Cómo lograrlo

Francisca es categórica en que el Estado debe invertir “muchísimo más esfuerzo” en la prevención y la lucha contra la obesidad, sobre todo comenzando por visibilizar el problema. Desde su experiencia, ella trata de ayudar contando su historia incluso en la red social Facebook, donde la gente le escribe para contarle lo que le pasa y ella le recomienda el servicio de IPS, en caso de que se trate de un asegurado.

Actualmente se desarrolla un incipiente programa desde el Ministerio de Salud Pública, cuyo objetivo principal es la prevención y reducción de la obesidad en la población. Desde hace varios meses, la cartera viene trabajando en los delineamientos de la estrategia nacional contra esta enfermedad cuyas consecuencias matan a unas 2,8 millones de personas al año en todo el mundo.

Necesitamos alimentos saludables en todas partes: la casa, la escuela; necesitamos impulsar la actividad física, sobre todo hoy en día, que hacer ejercicio es muy difícil, al menos que uno se proponga porque hay poco tiempo, señaló la doctora Paiva, quien hizo hincapié en que los niños deben ser educados en la familia en lo que respecta a la buena alimentación, mientras que en las escuelas deben impulsarse cantinas saludables, pues la obesidad también alcanza a un 8,5% de preadolescentes.

“La familia y amigos deben entender que para ayudarle deben proponerle la ingesta de alimentos saludables y crear las condiciones para ello. No es suficiente y hasta a veces es mejor no preparar recetas diferenciadas, sino que el entorno también se adapte lo más que se pueda a la dieta del obeso”, concluyó el doctor Molina.

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