21 meses de prisión por llamar 368 veces un día a la psicóloga de …

pamplona - Un hombre, C.J.P.V.A., ha sido condenado por el Juzgado de lo Penal 2 de Pamplona a 21 meses de prisión y a 5.000 euros de indemnización por coacciones, después de llamar reiteradamente, escribir mensajes amenazantes y acosar en cierta manera a la que era la piscóloga profesional de la capital navarra que atendía a la pareja sentimental del procesado. Incluso a lo largo de un mismo día le llamó 368 veces. El magistrado le impone además la prohibición de comunicarse y de aproximarse a ella a menos de 200 metros durante un período de cuatro años. La sentencia es recurrible.

En los hechos probados, el juez declara que la psicóloga atendió como paciente a una mujer. Esta, tras meses sin saber nada de ella, el 2 de agosto de aquel año la médica recibió un e-mail de dicha paciente que la dejó preocupada, y apenas 15 días después se produjo el primer contacto entre la especialista y el acusado, novio de la paciente, que le llamó a la psicóloga y le dijo a gritos que no volviera a llamar a su novia. Tan solo cinco días más tarde, esta chica recibió una petición de ayuda de la psicóloga, por lo que al día siguiente la citó y le pidió retomar la intervención terapéutica, a lo que la mujer le dijo que esperase una temporada. A partir del 25 de agosto, el encausado, “comenzó a enviar a la facultativa una cantidad progresivamente creciente de correos electrónicos y de mensajes de móvil, en los que insistía una y otra vez en hablar sobre su pareja, criticaba la actuación profesional de la médica y le exigía explicaciones”. Le llegó a decir “no eres mala psicóloga, sino una mierda de persona”, “contesta el teléfono porque te juro que voy allí, aunque tenga que volver a ir a la cárcel” o “pagarás, aunque tenga que dedicar mi vida y dinero a ello”.

Simultáneamente llamaba al móvil y al teléfono fijo de la piscóloga varios centenares de veces al día, algunas en horas de madrugada y, “al no obtener respuesta, dejó en muchas ocasiones mensajes en los que alternaba el tono confidencial con reproches, gritos e improperios, siempre bajo la exigencia de hablar con ella”. Pese a que el 6 de septiembre la médica contestó a uno de los correos electrónicos diciéndole que no podía ayudarlo y que dejara de insistir, el acusado “continuó con su actitud hasta el día 12 de septiembre, fecha en que mandó a Joana un e-mail en el que le pedía disculpas y le anunciaba que no volvería a llamarle ni escribirle”. Aunque la paciente solicitó a la médica de nuevo atención terapéutica, la psicóloga le dijo que no la podía atender. Pero el acusado reanudó el envío masivo de e-mails, SMS y llamadas, con el mismo tono y contenidos de anteriores, hasta que el juzgado de instrucción le prohibió al procesado comunicarse con la víctima, que sufría temor y ansiedad hasta el punto de que evitaba quedarse sola en la consulta. Su móvil y correo quedaron en ocasiones bloqueados.

El juez relata que las llamadas, hasta 368 el día 8 de septiembre, y los mensajes recibidos por la víctima son datos objetivos y que una compañera de profesión corroboró en el juicio el agobio de ésta por la continua recepción de llamadas y mensajes. En el fallo se afirma que todas esas amenazas “se incardinaban en una estrategia de coacción tendente a forzar a la psicóloga a hacer algo que no quería, recibir al acusado, hablar con él sobre su pareja, no en vano se alternaban con otras de tono casi suplicante”. Fuera el contenido de llamadas y mensajes amenazante o suplicante, el hecho es que resultaba “siempre agobiante”, concluye el juez. - E. Conde

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