Una psicóloga da consejos para (con)vivir con la suegra durante …

Para muchos, las vacaciones de verano, lejos de ser unos días alegres, de diversión, paz y desconexión, llegan a convertirse en una auténtica tortura: se celebran reuniones familiares en las que predominan las tensiones y en las que existe la obligación de ver a unos y a otros y pasar jornadas enteras juntos. O peor aún; si la relación de pareja no está pasando por su mejor momento, convivir bajo el mismo techo durante un mes entero puede ser un infierno.

Por este motivo, Mila Cahue, una psicóloga especializada en relaciones de pareja y autora del libro "Amor del bueno", ofrece diferentes consejos de cara al verano.

Vacaciones en casa de los padres o de los hijos
Si son los hijos los que están en casa de los padres, debemos respetar sus normas y su estilo de vivir. Si no nos gusta, lo más adecuado será ir a otro sitio. Independientemente de esto, es importante que los padres no sigan tratando a sus hijos como si todavía dependieran de ellos, y dejarles su espacio; asimismo, los hijos deben procurar respetar la forma de vivir de sus padres sin imponerles unas costumbres que quizás no sean de su agrado.

Si son los padres los que están en casa de los hijos, es importante que comprendan que en esa casa las normas y costumbres las ponen sus hijos, no ellos. En este caso, les toca adaptarse a una forma distinta de vivir, pero que también tienen que respetar. En ese contexto no ocupan el primer lugar, por lo que procurarán tener sus espacios personales y permitir que la pareja tenga sus momentos para ellos.

En ambos casos también prima la hospitalidad. Cuando tenemos gente con nosotros, procuramos variar un poco nuestros hábitos para agradar a los invitados y que éstos se sientan a gusto. Incluso cuando existe muy buena relación hay que tener claro en casa de quién se está, qué lugar le corresponde a cada uno en cada contexto y quién tiene la última palabra en momentos determinados.

Es importante que no se trate de un periodo de malestar para la pareja, especialmente si no se tienen las cosas claras y habladas entre ambos antes de que se hagan las maletas y llegue el momento de empezar a compartir tantos días de presunto descanso.

Decálogo para que la armonía y el descanso predominen estas vacaciones
Las siguientes pautas pueden ayudar a sobrevivir en pareja y, probablemente, también sean útiles a las familias políticas, que seguro que quieren igualmente tener unos días felices:

1.- La familia primera es la que uno crea, no de la que uno procede. Con esto en mente, podemos empezar a organizar y a recolocar al resto de la familia y de los elementos que componen las vacaciones.

2.- No esperar al primer día de vacaciones o a estar todos juntos para decidir o tener claro qué se va a hacer. Se aconseja comenzar a hablar con la pareja al menos una o dos semanas antes de la manera más objetiva y descriptiva posible sobre cuáles son los contextos en los que va a estar, lo que les apetece hacer a ellos como pareja o con sus hijos, lo que probablemente crean o sepan que van a ser los planes de sus padres o cuñados, y además, de la familia política, y decidir cuáles son los más adecuados para este año.

3.- De la misma manera, no esperar al primer o segundo día de las vacaciones para informar a las respectivas familias de cuáles son los planes acordados por la pareja para este año. Al menos una semana antes, es conveniente empezar a hablar con las familias respectivas sobre los planes acordados previamente en pareja. Si hay que hacer alguna modificación acordada, todavía estamos a tiempo. Es posible que uno prefiera callarse hasta el último momento para evitar conflictos. Simplemente hay que tener en cuenta que si a la familia pudiera molestarle algo en ese momento, sin duda el enfado será menor que cuando les estemos rompiendo directamente los planes el mismo día de tener que hacerlos. A mayor nivel de enfado, menor será la capacidad para resistirse y ceder.

4.- Dentro de la planificación de visitas a distintas casas, es importante que haya momentos exclusivos de la pareja y/o de la familia que hayan creado. No dejar pasar las vacaciones sin haber tenido momentos únicamente para los dos. Ni hijos, ni familias políticas.

5.- Si con algún miembro de alguna de las familias existieran conflictos importantes, pero no se quiere “hacer un feo”, acortar todo lo posible la estancia. A veces un café o una merienda pueden ser suficientes. Las dificultades pequeñas se toleran y se lidian mejor.

6.- Si uno de los miembros de la pareja quisiera pasar más rato con su familia y el otro no, hay que resolverlo también de antemano para que así puedan los dos organizarse mejor ese tiempo, especialmente el que no va a acudir. Es importante cerrar con alguna actividad juntos, (ir a recoger al otro, cenar, dar un paseo) para que perdure la sensación de que, aunque se haya podido estar separados, se trata de algo consensuado por ambos.

7.- Acordar con la pareja qué es lo que van a hacer los dos en caso de que se dé alguna situación conflictiva por algo o con alguien en particular (y que ya se puede prever, pues suele ser lo habitual en las reuniones familiares). Cambiar de temas de conversación o levantarse sin agresividad y cambiar de sitio (pero tienen que estar los dos actuando al unísono). Estas situaciones conflictivas también son momentos magníficos de complicidad para la pareja.

8.- No tomar decisiones unilaterales en situaciones imprevistas, ya que son letales para la relación. Darse un “tiempo aparte” (aunque sea en el baño) y acordar el nuevo posicionamiento.

9.- Controlar lo que uno está pensando o interpretando en cada momento y, como consecuencia, lo que dice y lo que hace. Si se puede relativizar o minimizar, mejor. Distraerse todo lo posible fijándose en las partes agradables de cada situación y pensar que “ya se pasará”, pero con la sensación de que se cuenta con el apoyo recíproco de la pareja.

10.- No olvidar reforzarse mutuamente tras la “prueba superada”. Si todo ha salido bien, o lo menos mal posible, y además la planificación ha sido adecuada o se ha sabido corregir a tiempo, es importante que la pareja se dé una pequeña alegría que refuerce aún más sus vínculos.

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