Una familia de superdotados

Como cualquier niña, a Dafne le gusta ir al cine con amigas, cocinar tartas de frutas y tomar clases de piano, pero ahora centra su atención en una maestría que cursará tras licenciarse como psicóloga con solo 13 años.

“Soy una niña normal, tengo amigas fuera de la escuela, van a mi casa y hacemos cosas, pero también tengo amigas en la escuela. Vamos al cine, al centro comercial y me tratan bien, como cualquier otra niña”, dijo Dafne y asegura que siempre les dice a sus compañeras “que todas las personas tienen algún tipo de talento y que algún día, si no lo han encontrado, lo van a encontrar”.

Tras la maestría en educación con especialización en enseñanza-aprendizaje, que cursar· en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), en la modalidad de clases a distancia, Dafne tiene la mira puesta en un doctorado. “Y, dependiendo de mi edad, otra carrera, porque todavía me falta mucho por aprender”, señaló.

Atenta, segura y desenvuelta, confiesa que, además de la música clásica, le gusta el grupo Maroon 5.

Dafne es la menor de tres hermanos, después de Delany y Andrew, que también fueron psicólogos a los 17 y 16 años respectivamente. El padre, Asdrúbal, es médico cirujano y tuvo muy claro desde el principio cuál era el camino para sus hijos.

“Detectamos a los dos años y medio que Dafne aprendió, de manera autodidacta, a leer y escribir, y entonces empezamos un trabajo de potenciación intelectual que Andrew, su hermano, ha fundamentado”, contó Asdrúbal.

El hasta ahora más famoso de los tres hermanos, Andrew, tiene ahora 20 años y dirige las investigaciones del Centro de Atención al Talento (Cedat), que fundaron sus padres, en vista de que el joven no recibía el trato adecuado a sus sobrados conocimientos en el sistema tradicional.

El primer músico que le interesó fue Bach y sus conciertos de Brandenburgo. Luego Vivaldi, Mozart y Chopin. La clásica es la única música que escucha, además de ser la banda sonora de la página del Cedat.

De pequeño, recibió de regalo un esqueleto de plástico y, jugando con él, aprendió de memoria todos los huesos del cuerpo. Otro obsequio, un microscopio, le llevó a internarse en el mundo invisible a los ojos.

Cuando ingresó a la primaria escolarizada ya sabía mucho más de lo que podrían enseñarle de geografía, música, anatomía, astronomía, mundo microscópico y geología.

Fue diagnosticado a los cuatro años con “sobrecapacidad”, pero también equivocadamente con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), un error que se comete en el 96 % de los casos y que da lugar a tratamientos inadecuados.

Con un coeficiente intelectual de más de 162 (se reconoce a un superdotado a partir de 130 puntos), acabó el bachillerato en dos meses y medio y entró con 12 años a la universidad, donde obtuvo las licenciaturas de Medicina y Psicología.

Hizo una Maestría en Educación con Acentuación en Desarrollo Cognitivo y estudia el Doctorado en Innovación Educativa en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), donde trabaja en un nuevo modelo educativo para los niños superdotados en México.

Ha publicado a la fecha más de 20 artículos científicos en revistas nacionales e internacionales acerca de sus investigaciones en Psicología, Filosofía, Medicina y Sobrecapacidad Intelectual.

Andrew fue nombrado en 2013 representante de México por el Consejo Mundial de Sobredotación (WCGTC), y actualmente preside la Federación Mexicana de Sobredotación Intelectual.

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