Según esta psicóloga, la pulsión sexual no existe

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Fotograma de Nymphomaniac (Lars Von Trier, 2013)

Evolutivamente, la cultura fue uno de los mejores recursos que la especie humana desarrolló para asegurar su supervivencia. Sin embargo, al mismo tiempo, determinó nuestra separación de la naturaleza. A diferencia del resto de los seres vivos, nuestra interacción con el mundo está mediada por la cultura, lo cual hace nuestros actos distintos, algo más que un “llamado de la naturaleza”.

Las necesidades básicas son quizá las situaciones que mejor ejemplifican esta condición. Sentimos hambre o sed pero en vez de saciarnos con lo más elemental, desarrollamos formas sofisticadas de satisfacernos e incluso ir más allá de la sola satisfacción. Con el sexo esto es todavía más evidente: tenemos relaciones sexuales pero más por placer que porque busquemos preservar nuestra especie, incluso podría decirse que entre la reproducción y el erotismo, la mayoría de nuestros encuentros íntimos se alinean con este último.

En este contexto, ¿es posible decir que no existe el deseo sexual? Esa es la propuesta un tanto polémica que Emily Nagoski sostuvo recientemente en una entrevista con New Scientist. Nagoski es doctora en Comportamientos de la Salud por la Universidad de Indiana, con especialización en la sexualidad. En parte la entrevista fue con motivo de la publicación reciente de Come As You Are, libro en que explora las prácticas sexuales desde una perspectiva científica.

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De acuerdo con Nagoski, el sexo no puede entrar en la categoría de impulso, instinto o pulsión porque no se trata de una cuestión de vida o muerte: “No te vas a morir si no tienes sexo”, dice Nagoski.

A esta idea un tanto simple del sexo, Nagoski opone dos formas del deseo: uno “espontáneo”, que es imprevisible y se presenta con cierta sensación de urgencia (por ejemplo, cuando vemos a una persona desconocida que nos atrae de inmediato) y otro “responsivo”, el cual surge a partir de un estímulo (como cuando alguien nos besa y, sin que lo hubiéramos planeado, pensamos que podríamos tener sexo en ese momento). Para Nagoski, ambas formas del deseo son sendas maneras de situarse frente al sexo, pero paradójicamente para ella es totalmente normal que haya personas que digan no sentir ningún tipo de deseo espontáneo. Al respecto dice:

El deseo espontáneo es totalmente divertido, pero no estás dañado solo porque no lo experimentes. El deseo espontáneo no es necesario para el placer sexual. ¿Que la gente desee el sexo es más importante que lo disfrute al tenerlo? Una de las mejores maneras de arruinar tu vida sexual apeste es creer genuinamente que la forma en que estás experimentando tu deseo sexual es disfuncional.

Como decíamos, la idea de Nagoski es polémica, incluso parece ir en contra de muchas tradiciones científicas y de pensamiento al respecto del sexo, pero, después de todo, también es conciliadora y sensata. Después de todo, se trata de una reivindicación de la subjetividad desde donde se practica y experimenta el sexo.

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