Rocío tiene dos pies de estatura, pero una determinación gigante

Rocío Stephani de Jesús Durán fue estudiante meritoria desde pre primaria hasta concluir su carrera de Psicología Escolar el pasado viernes 31 de julio en la 82 graduación de la Universidad Dominicana Oamp;M, con el lauro Magna Cum Laude. Otros seis estudiantes alcanzaron idénticos honores, de 1,366 que se invistieron ese día, pero para esta joven de 21 años sus logros en el ámbito académico tienen un significado especial: ella tiene apenas dos pies de estatura.

Su baja talla nunca ha sido un obstáculo para esta joven que posee una determinación gigantesca, pese a que nació con un soplo en el corazón y también ha sido sometida a dos operaciones, una en las rodillas y otra en la columna por escoliosis para colocarle una prótesis, secuelas asociadas a la Displasia ”sea conocida como Síndrome de Kozlowski, la cual le detectaron a los dos años de edad y que ha limitado su crecimiento, pero sólo en altura.

Ella sufrió los rigores del acoso escolar, conocido con el término en inglés “bullying”, cuando cursaba sus estudios de nivel básico en la escuela parroquial Padre Arturo de este municipio, donde según su madre en un principio ni siquiera la querían admitir como estudiante y adonde la llevaban en motocicleta y otras veces cargada por sus hermanos o su padre, porque se fatigaba mucho al caminar.

“Era un momento difícil cuando los otros niños y niñas comenzaban a relajarme... me caían atrás, y en el recreo no quería salir por temor a las burlas. Pero gracias a Dios también tuve buenos amigos y maestros que me ayudaban”, indicó Rocío, quien se levanta temprano, realiza una rutina de ejercicios a las 7:30 de la mañana y también casi todas las actividades propias de un hogar, como lavar, asear la casa y fregar los trastes.

Cuenta que el acoso escolar la afectó mucho al principio, pero según fue avanzando en los estudios lo pudo sobrellevar y llegó un momento en que no hacía caso a las burlas y estas prácticamente desaparecieron.

En su casa, ubicada en el sector Villa Olímpica de este municipio, su padre Andrés de Jesús, un policía retirado dedicado ahora a la ganadería, y su madre Carmen Sofía Durán, empleada en el Palacio de Justicia de la demarcación, han hecho algunos ajustes para facilitarle la vida a su hija.

Los interruptores para el encendido de las bombillas y enchufes, llavines y pestillos de puertas, así como su closet, están colocados a una altura en que puede utilizarlos sin ninguna dificultad. Para las demás tareas, como usar el lavamanos o buscar algo en el congelador de la nevera, Rocío cuenta con su mejor aliado, una silla plástica a la que sube para suplir estas necesidades.

“Para bañarme no tengo problemas, mi ropa está a una altura que la puedo alcanzar, mis cuadernos también, pero para usar el lavamanos y cepillarme me subo a mi sillita”, expresa Rocío, quien siempre tiene una sonrisa a flor de labios.

No le gusta usar ropa de niños, pues asegura que siempre encuentra adecuada para su talla o de lo contrario la manda a confeccionar. Rocío también duerme en una cama de tamaño normal porque afirma que de esa manera puede moverse en ella a su antojo.

Confiesa que su mayor dificultad siempre ha sido cuando necesita trasladarse a algún lugar, porque casi siempre debe ir acompañada o tienen que movilizarla, además, a raíz de las operaciones a que fue sometida, no puede cargar objetos pesados ni correr.

Ella tiene la ventaja de que sus padres siempre la han tratado como una persona normal y nunca la consintieron más que a sus hermanos Anderson Jasmil, ahora con 23 años, y Anderson Brady, de 24. “Solo le pedían a mis hermanos que me cuidaran”, refiere Rocío, quien se define como tímida, pero descarta que su carácter esté asociado a su condición. “Lo que no hablo mucho, pero me gusta hacer amigos y compartir”.

Rocío afirma que decidió estudiar Psicología Escolar porque le gusta escuchar a las personas y su anhelo es ayudar a niños y niñas con problemas de aprendizaje y de conducta. “Y así también ayudar a sus familias porque la mayoría de problemas que presentan estos niños se deben a factores familiares y me gusta ayudar en ese sentido”, razonó.

SIEMPRE HA SIDO UNA ESTUDIANTE APLICADA
Con apenas unas semanas en pre-primario, Rocío fue pasada a primero del nivel básico porque tenía excelentes calificaciones. En todos los cursos fue estudiante meritoria y ha recibido ya tres computadoras, dos de ellas portátiles por los lauros alcanzados.

Para asistir a la universidad OM se trasladaba cada sábado desde este municipio hasta la capital en principio en un autobús para estudiantes con una amiga que le ayudaba a cargar su bulto y ya al final de la carrera en transporte público interurbano.

Tuvo la ventaja de que la mayoría de las aulas estaban en la primera planta del edificio donde tomaba docencia, aunque recuerda que en una ocasión cursó una sección en una cuarta planta, adonde sus compañeros la llevaban en ocasiones cargada.

Otro inconveniente fue que no había butacas adecuadas para su tamaño, por lo que se le hinchaban los pies y siempre llegaba a la casa con dolor de espaldas. Su papá le mandó a hacer una silla especial que dejaba en la universidad y que también sus compañeros le ayudaban a llevar a las aulas.

En los salones de clases se manejaba mayormente con exposiciones y nunca tuvo que usar las pizarras. Sus profesores dicen que nunca pidió un trato preferencial por su condición y era muy responsable con la entrega a tiempo de sus tareas.

“Me siento muy agradecida de Dios por haberme graduado con honores, porque Él es quien da la sabiduría y todo lo que he podido lograr. Me siento complacida porque ha sido la culminación de mi esfuerzo, de mi familia y mis amigos”, agregó.

ORGULLOSOS POR SUS LOGROS
Cuando el rector de OM le colocó el pasado 31 de julio la medalla por el lauro Magna Cum Laude que alcanzó, le dijo a Rocío que estaba muy orgulloso de sus logros en la universidad.

Su padre dice que ella siempre ha sido inteligente y muy organizada. “Nos sentimos muy orgullosos de que ella haya logrado su meta de ser psicóloga. Siempre ha sido un niña inteligente, y nunca se aprovechó de su condición para presionar para que le dieran un trato especial”, refiere Andrés de Jesús.

Mientras su madre expresa que al principio le resultó difícil aceptar la condición de su hija, y la familia tuvo que realizar un gran esfuerzo para que ella pudiera estudiar. “Uno tenía que llevarla a la escuela cargada, y en eso duramos mucho tiempo. Pero su situación física no le ha impedido a ella alcanzar sus metas”, precisó Carmen Sofía Durán.

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