Psicología / Discusiones, peleas, indiferencia

Estoy casada hace 13 años y no hemos tenido hijos.  Con frecuencia me asalta la sensación de inutilidad, que nada me entusiasma ni me sirve para nada. Hace un tiempo mi esposo y yo discutíamos, ahora ya no, podemos pasar días sin dirigirnos la palabra, yo le sirvo y arreglo su ropa, pero no le hablo. A veces, cuando me siento así como muy nerviosa, me tomo un Numencial. En estos últimos días me he sentido como débil de mi cerebro, como que no puedo ver algo en la tele sin que sienta que me va a pasar, ¿por qué me siento así?

OPINIÓN

¿Por qué me siento así? Haces la pregunta e incluyes la respuesta. Describes el desánimo en que has caído; no hablas con la persona que elegiste para acompañarse mutuamente y sobrellevar juntos la vida. Es fácil imaginar que la situación que vives no es la que habías imaginado al casarte, tampoco tu esposo esperaba algo así. ¿Me equivoco? Sería interesante saber cómo llegaron a esto, dices que antes discutían y dejaron de hacerlo, ¿qué sucedió para que optaran por el silencio?

Cuando las personas encontramos un problema, nos aplicamos a solucionarlo. Existen modos y modos de hacerlo: discutiendo, peleando o manipulando, es decir, utilizando estrategias que obliguen al otro a cambiar. Siempre hay alguien involucrado. Cada método tiene resultados distintos. Estoy segura de que has utilizado alguno de ellos, quizá los tres.

En la discusión, que también puede llamarse diálogo, las personas exponen los hechos desde su perspectiva, solicitando y ofreciendo opciones de arreglo a fin de llegar a un acuerdo, cada una cuidando de ser sincera y escuchar, evitando los insultos o cualquier reacción que violente los ánimos. Puede haber desahogo y expresión intensa de los propios sentimientos, siempre con la intención de conocer la verdad y de manera que ayuden y no interfieran en la solución.

En la pelea, por el contrario, se pierde de vista el objetivo de llegar a un consenso que beneficie a las partes, los sentimientos se desahogan sin control, se busca hacer responsable de ellos al “adversario” (hay adversarios, no asociados que buscan un mismo fin) y cada uno intenta debilitar al otro para que ceda, se someta y acepte las condiciones que desea imponerle. Puede ganar uno u otro o quedar empatados y el conflicto aumenta, porque no sólo queda vivo el tema inicial, sino que las personas se enojan y suelen decir palabras muy destructivas.

En la manipulación, los temas no se tratan de frente, se actúa, y esta acción tiene las mismas características de la pelea: imponerse y obligar al otro a algo, de preferencia sin que se dé cuenta.

Tú describes que has caído en el silencio. ¿Es indiferencia? En la indiferencia las personas han quedado empatadas, están heridas y desconfían de llegar a una solución, por eso callan y tratan de convencerse a sí mismas de que ya no les importa y les duele menos. Se mienten; si fuera verdad, no prolongarían una situación tan desagradable ni caerían en el desánimo. ¿Es tu caso? Tú has necesitado tranquilizantes para que te ayuden a soportar. ¿Crees que en el fondo deseas que tú y tu esposo pudieran hablar y llegar a un acuerdo?

“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com , al teléfono 7 63 02 51 o en facebook.com/Pascua Constelaciones Familiares.

Leave a Reply