“Las ofertas culturales que tiene una mujer hoy son diferentes a las de hace 30 años. Antes, el destino femenino estaba ligado al hecho de casarse y tener hijos, acodado a las responsabilidades con la familia y el hogar.

Pero con el tiempo, otra realidad emergió e hizo que lo femenino se empezara a pensar desde otros lugares, no ya anudado al destino de ser madre y tener una familia, sino a pensarse y construirse fuera de la casa, como mujer, profesional y persona independiente.

Pero cuidado que la lectura no es que la mujer, como no encontró pareja, o no formó una familia, se dedicó a ser exitosa. No. En realidad lo femenino fue encontrando otros destinos independientes de este universo. Y entonces su conquista en otros ámbitos impensados, seguramente hizo que se le dificultara el ‘volver a elegir’ a un otro. Ya no está en su mente la figura del hombre protector que en otros tiempos le iba a ‘resolver la vida’. Una mujer busca otras cosas, y como el hombre no ha hecho el mismo recorrido que ella, se encuentra con dificultades para encontrar un par. 

Por otro lado, así como la mujer se pensaba destinada a un hombre que la protegiera, el último tenía el destino marcado desde lo cultural que lo ponía en ‘protector de esa mujer y el hogar’. 

El camino del encuentro entre ambos tiene que ver con abrirse a los nuevos destinos del deseo, libres de las imposiciones culturales. Hoy hay posibilidad de plantear el vínculo con un nivel de libertad que antes no se conocía. El mundo afectivo debe encontrar nuevos lugares de encuentros.