“Los fiadores que son traicionados por el deudor, no solo adquieren una deuda financiera, que no les toca pagar, sino también una deuda emocional que van cargar hasta que finalicen de pagar el crédito”.
Así explica la psicóloga Ana Yendry Morales, “el otro costo” que asume una persona cuando le toca echarse al hombro una obligación ajena.
La especialista asegura que el hecho de que el fiador pague un dinero que no disfrutó y que lo tiene hundido financieramente genera sentimientos de rabia, culpa y depresión.
Sostuvo que la persona hasta se puede sentir abusada.
“Hay que aprender a decir que no. No voy a ser un mal hermano o amigo si me niego a hacer algo que en realidad no quiero hacer.
”Hay otras formas de ayudar que no sean poniéndose una soga al cuello”, considera.
Para Morales, es sano negarse porque los demás aprenden a respetar las decisiones del otro y, además, se ponen límites que evitan que el sujeto asuma roles que no le corresponden.
Indicó que una persona a la que se le dificulta decir no, necesita ayuda psicológica para superar dicho problema.
Por su parte, la psicóloga Allison Boza considera que una persona que afronta una amenaza de embargo salarial o de bienes, o que incluso ya está pagando una deuda ajena, requiere de acompañamiento profesional.
Boza estima que el estrés causado por la necesidad de buscar dinero podría generar hasta ideas suicidas en el afectado.
“El sujeto puede asistir a un grupo de apoyo. Esa persona necesita salir adelante como ser humano ya que esas cargas duran muchos años”, asevera.