Lo bueno, lo malo y lo feo de los ‘smartphones’ en las relaciones …

“A veces no nos comunicamos muy bien presencialmente por estar pendientes del celular”, dice Yulaidis San Juan, de 23 años. “Ya no son solo llamadas, ahora en un mismo aparato uno tiene redes sociales y aplicaciones de entretenimiento”, añade la joven al referirse a los smartphones, dispositivos de comunicación que actualmente son objeto de estudio por sus beneficios y también por los conflictos que rodean su utilización.

Las situaciones a las que se refiere San Juan son exploradas en una investigación hecha por la Universidad del Norte en Barranquilla, sobre el uso de los smartphones y las relaciones interpersonales de los jóvenes. El estudio, en el que participaron 400 universitarios, indagó sobre las razones de uso de estos dispositivos, el tiempo promedio de utilización y si estos generaban o no conflictos en las relaciones de amistad, familia y de pareja.  

“Los smartphones acercan a los que están lejos pero a veces también alejan a los que  se encuentran cerca”, dice Martha Peñuela, investigadora del Departamento de Salud Pública de Uninorte, quien destacó la iniciativa académica como un aporte para comenzar a entender cómo la tecnología media las relaciones humanas.

Símbolo de estatus. En 1997 aparecieron los smartphones o  teléfonos móviles inteligentes capaces de enviar mensajes de texto, acceder a internet, redes sociales, música, videos, chats, correos electrónicos y todo tipo de aplicaciones que el usuario desee descargar. A la fecha en Colombia se registran 14,4 millones de usuarios de teléfonos inteligentes, según el informe penetración de smartphones en América Latina elaborado por la consultora eMarketer. El país figura como el tercer mercado más importante de la región por el aumento en el consumo de la tecnología móvil.

Por el auge comercial este elemento cotidiano adquiere en los jóvenes una connotación de estatus social, como lo recalca la investigación liderada por Peñuela.

“Varios estudios señalan como problema la adicción a los móviles, particularmente en los adolescentes y jóvenes, para quienes el teléfono se ha convertido en otra forma más de expresión de moda, estatus y de vanguardismo”, explica el estudio.

La psicóloga Luz Marina Ramón comenta que este hecho está vinculado con la naturaleza de las relaciones  actuales que se dan “a partir del parecer- ser”, donde el precio, la estética y la tecnología se traducen en elementos que reafirman una posición en el grupo social.

Motivos de uso. Uno de los tópicos de la investigación apuntó a identificar las principales razones que motivaban el uso de los teléfonos inteligentes. En los resultados los jóvenes consultados señalaron que utilizan estos dispositivos para “mantenerse en contacto”, “ocio/diversión”, “estudio” y “conocer nuevas personas”. Estas respuestas se dieron con diferencias significativas entre géneros: la primera opción fue la más común en las mujeres con 92% versus 83% en hombres; mientras que el último ítem fue más usual en los hombres.

Según Peñuela, la investigación partió de situaciones anecdóticas y cotidianas en las que tanto ella como los demás investigadores experimentaron la presencia de los celulares como barreras de comunicación. “Yo veía mucho en clases presenciales que la gente no le prestaba atención a su interlocutor por la llamada o el mensaje del celular”, comenta Peñuela.

UN CASO. “Los smartphones son beneficiosos  para comunicarnos con familiares o amigos que están lejos”, dice Paula De la Hoz, de 18 años. Ella reconoce que hace un uso excesivo del celular, incluso en ocasiones inoportunas como las clases de universidad o las reuniones familiares.

La estudiante de ingeniería eléctrica pertenece a la tendencia femenina que registra  un uso excesivo del teléfono móvil según los resultados de la investigación con un porcentaje de 56,6% frente a un 44,9% de los hombres encuestados.

Para la psicóloga Luz Marina Ramón, este resultado se explica en la naturaleza inherente al género femenino. “Antropológicamente nosotras tenemos una mayor necesidad de comunicación, necesitamos comunicar alrededor de 2.300 palabras, mientras que los hombres solo 900”, explica Monje, y añade que por este motivo no es descabellado que esta condición se refleje en los medios tecnológicos.

Conflictos en las Relaciones. “Mi experiencia con el celular es a veces negativa”, comenta Alberto Parra, de 22 años. “Con mi pareja hay problemas en muchas ocasiones, la desconfianza por el celular, las redes sociales. Es algo mutuo”, dice el joven al ser consultado sobre los conflictos de pareja.

La investigadora Martha Peñuela sostiene que uno de los puntos indagados se detiene en los sentimientos alrededor del uso del smartphone durante una conversación personal o en relaciones de pareja, como la que describe Parra o Yulaidis San Juan. 

En los resultados se evidenció que el 50% de las personas que revisan su celular cada 15 minutos o menos se siente molesto o desplazado cuando su pareja utiliza el celular delante de ellos; y a la otra mitad le resulta indiferente. Asimismo, la mayoría, 64,2%, de los que revisan su celular con una frecuencia mayor a 15 minutos manifestó que se siente molesto o desplazado.

“Una de las cosas que llamó la atención en el estudio es que las mujeres, que resultaron  más ‘hiperusadoras’ del celular, también se mostraron más insatisfechas cuando su pareja utilizaba el celular en presencia de ellas”, comenta la investigadora.

Por su parte, la psicóloga Ramón apunta que esta situación se explica desde el ámbito cultural. “Estamos educadas en un contexto machista, donde el hombre se convierte en parte de nuestro territorio. Esto hace que las mujeres seamos en extremo observadoras de ese lenguaje no verbal y queramos captar toda la atención”, dice Ramón.

Pautas de conducta. De los 400 encuestados, más de la mitad, el 66.5%, admitió llevar su smartphone a todos los sitios.  Joanna Prieto, consultora en comunicación, reconoce los beneficios de estos elementos tecnológicos en las dinámicas personales, laborales y de estudio; sin embargo, aclara que es importante determinar los momentos y espacios de uso del dispositivo. Por ejemplo, en el comedor o las situaciones de mayor intimidad. “El tiempo es muy importante y hay que educar a nuestro interlocutor. Esto es fundamental para que se respeten los espacios”, afirma la especialista.

Otra de las recomendaciones es desconectarse en los horarios de descanso y sueño, o en los lugares donde no es conveniente, como el cine, cultos religiosos, reuniones, entre otros. En cuanto a las relaciones de pareja, Prieto explica que es conveniente acordar con claridad dónde sí y dónde no, y bajo cuáles circunstancias o excepciones utilizar el móvil. Entre más acuerdo haya en ello, menor será el impacto negativo para la relación.

El auge de los smartphones ha generado inquietudes que seguirán explorando los investigadores, no solo por los beneficios técnicos del instrumento de comunicación sino también por la capacidad de fortalecer o debilitar los vínculos entre las personas según el uso que se le dé.

 

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