Furia, lucha de clases y humanidad

Orlando Nuñez es el trabajador “modélico” de una metalúrgica. Pero un día, después de 20 años, rompe en gritos y destroza todo. Tras el episodio, el obrero tiene que acudir a encuentros con la psicóloga laboral de la fábrica. Héctor Silva y Regina Bachero, bajo la dirección de Jorge Báez, ponen en escena La empresa perdona un momento de locura, una obra de Rodolfo Santana, que busca retratar la situación obrero-patronal latinoamericana. Por Natalia Santos.

Psicóloga: (De pronto, sin mirar a Orlando, sigue escribiendo) ¿Por qué lo hizo?

Orlando: ¿Ah?… Bueno… se refiere… ¿Se refiere a la cosa? Pues… Vaya, usted no camina por las ramas. Va directo al…

Psicóloga: ¿Por qué lo hizo?

Pausa larga. Orlando se muestra indeciso.
La psicóloga guarda plumas y lápices. Acomoda papeles.
Ve a Orlando.

Orlando: Mire, señorita, yo siempre he sido pacífico. ¿Sabe? Nunca he atacado a nadie.

Psicóloga: ¿Ha tenido peleas o discusiones con sus compañeros?

Orlando: No.

Así empieza el encuentro entre Orlando (un potente y sobrecogedor Héctor Silva) y la Psicóloga (una inmutable y sólida Regina Bachero). A lo largo de una hora el espectador va dilucidando -como si también fuera partícipe de la terapia- el trasfondo del comportamiento del obrero y las verdaderas intenciones de la empresa para la cual trabaja. La pieza de Rodolfo Santana -dramaturgo y director de teatro venezolano- estuvo en la Sala Molière, de la Alianza Francesa, durante una corta temporada. La empresa perdona un momento de locura va más allá de lo laboral y de la denuncia social y se interna en lo humano. La Nación Online habló con el director Jorge Báez sobre los caminos que tomará este proyecto teatral.

LN – ¿Cómo se dio la elección del texto?

JB – El texto fue planteado por Héctor Silva, como un clásico de la dramaturgia latinoamericana, tras haber entrado en contacto con el propio autor hace unos años. Fue estrenado en casi todos los países de Latinoamérica y Europa, incluso hay una versión en largometraje. Desde la primera lectura en el colectivo La Mirada, el libro fue un desafío, tanto artístico como actoral. Artístico, porque había que encontrar ese término donde la pretensión no compita con el poder del texto y tampoco instalarse solo en él, ya que plasma el universo de dos humanidades que representan a toda una masa y todo un sistema.

LN – ¿Cuándo llega la puesta en escena?

JB -Años después de plantear el proyecto al FONDEC, recibimos la confirmación del apoyo y decidimos llevarlo a cabo este año. Conscientes de encarar un material difícil de instalar por la cuestión que desnuda, apostamos a encararlo desde la garantía de contar con dos actores que lo puedan sostener. También implicó un desafío desde mi incipiente experiencia en la dirección, pero con la tranquilidad de contar con un equipo que plantee una mirada grupal sobre el material.

LN – ¿De qué manera encararon el trabajo actoral?
JB -El material nos llevó a indagar de manera aguda en la mirada a estas dos humanidades. La circunstancia que planteaba el libro está brillantemente expuesta por el autor. Ahí comenzó un viaje extremadamente enriquecedor de todo el equipo. Enriquecer lo propuesto por Santana de la mano de dos profesionales como Héctor y Regina resultó un viaje desafiante, pero intenso. Mirarles a la psicóloga de la empresa y a Orlando Nuñez desde todo el amor posible nos llevó a bucear desde nuestra humanidad y oficio. La experiencia nos llevó al resultado.

LN -La obra data de 1974, sin embargo su temática sigue teniendo vigencia

JB – Hay textos que por la época y el contexto en que fueron concebidos nos remiten a algo que ya no es, pero comprender su vigencia nos resitúa y nos desafía.”La empresa perdona un momento de locura” nos mira aún hoy desde ese desafío de mirar lo que no queremos ver en nuestra cotidianidad. Aceptarlo implica para nosotros una decisión desafiante .

LN – El teatro como canal de la denuncia social, sin perder arte ¿En qué forma se compagina el todo para lograrlo?
JB – Quizás el libro nos remita a pensar en el teatro político de Erwin Piscator (director alemán) de principios del novecientos. La concepción teatral subordinaba los recursos dramatúrgicos y estéticos en favor de la defensa, el debate y la divulgación de una determinada ideología política y que, en última instancia, servía para vertebrar, en el sentido de dicha ideología, el desarrollo social de su público y, por extensión, de la sociedad a la que se dirige. Quizás el texto de Santana sea una versión latinoamericana de ese movimiento originado en Alemania de la mano de Piscator. Pero lo que es ineludible es la mirada de Santana hacia personajes cotidianos de su contemporaneidad y su época. Eso fue lo que tan poderosamente nos sedujo desde el principio en su material. Y esas realidades todavía hoy siguen y pocas veces se los resume en un libro. El equilibrio entre eso y nuestra propuesta escénica continúa siendo motivo de análisis en función a la experiencia de estas seis únicas funciones planteadas como arranque del proyecto.

LN- ¿Planes con la obra?
JB- En enero del 2016 la obra está invitada a participar a un encuentro internacional de teatro en Chile, para lo cual contamos con el apoyo de la Secretaría Nacional de Cultura para nuestra participación. Antes de esa fecha, lo planeado es ofrecer presentaciones para grupos específicos universitarios de tal modo a seguir “testeando” y afianzando la propuesta.

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