¿Es tu hijo inteligente?

Tienes un hijo que pertenece al cuadro de honor, se gradúa con distinciones y hasta desea ingresar a la mejor universidad, pero ¿sabes realmente cuán inteligente es?

"Un niño inteligente no es el que saca A, sino el que elige la mejor manera de resolver un problema", lee un afiche destacado por la doctora Michelle Ortiz, psicóloga de niños y adolescentes, quien comparte esta postura.

"Son los padres quienes se inclinan a que los hijos sean de excelencia. Exigen que tengan A y B". Para la experta del Metropolitan Psychological Services of Puerto Rico, en Santurce, las calificaciones son solo evaluaciones que miden el desempeño escolar. No obstante, destaca que un ser humano es mucho más que una simple evaluación. "El desempeño escolar se mide con métricas. Se mide con pruebas para determinar si eres promedio, sobre promedio o bajo promedio", sostiene.

La inteligencia, de acuerdo con el diccionario, es la facultad de conocer, analizar y comprender. Según Ortiz, no es algo cuantificable, sino un conjunto de aspectos y actitudes que se desarrollan a lo largo de la vida. Para ella, es mucho más que una nota pues "al salir de la escuela nos dejan de medir por calificaciones".

"Los padres refuerzan las notas porque es algo medible. Se llenan de orgullo al decir: 'Mi hijo pertenece al cuadro de honor' porque recibe un refuerzo positivo inmediato. La gente le dice: ‘Wow, tu hijo es inteligente’".

La psicóloga destaca que la inteligencia se divide en áreas diferentes, conocidas como inteligencias múltiples, que incluye la corporal-cinestésica (deportiva), la interpersonal (relaciones), lingüístico-verbal (comprensión del lenguaje), lógico-matemático, naturalista (naturaleza), la visual-espacial y la musical.

Sin embargo, Ortiz acota que se encuentra con muchos niños que, aunque destacan en su promedio escolar, son a su vez malcriados, retantes, oposicionales. "Su actitud es un fracaso. Puedes ser alto honor, pero las actitudes ganan más que una distinción en el área escolar".

Aquí es cuando entra en juego la inteligencia emocional. "Se define en cuanto a la tolerancia de cómo respondes a eventos, frustraciones, cuánta tolerancia tienes ante las situaciones, cómo trabajas con los sentimientos, cuán bien tomas decisiones, si tienes paciencia, buena comunicación, área de valores, cortesía, no ser explosivo, tener autocontrol, empatía, saber identificar cuándo estás triste o estás alegre, si te sientes frustrado, enojado (identificación de sentimientos)".

"Puedes tener un niño muy inteligente y no ser asertivo, carecer de inteligencia emocional y cuando sales de la escuela y la universidad te dejan de medir por calificaciones, por A, B, C ,D o F y al llegar al mundo laboral no te preguntan qué sacaste, si fuiste Magna Cum Laude, sino que verifican cómo hablas, cómo te proyectas, cómo te diriges a las personas", añade.

Por esto, Ortiz no duda al avalar instituciones que utilizan métodos no tradicionales, como el Montessori, que promueve el desarrollo de destrezas con el fin de liberar el potencial de cada estudiante para que se autodesarrolle, o el "homeschooling" como alternativa para educar a los menores. Estos métodos no propician la presión de las notas.

Muchos padres -argumenta- obligan a sus hijos a obtener A, se enfocan solo en las notas, no internalizan cuando argumentan que han dado el máximo y lo que logran es que se embotellen la información y la vacíen. El problema es que, en otra etapa de la vida, generalmente no se pueden desempeñar.

Esto desata otro tipo de conflictos ya que ante la imposición, son muchos los menores y adolescentes que se sienten hostigados, ansiosos, estresados y hasta frustrados porque no reciben reconocimiento sino regaños. "Los estudiantes se frustran si sacan 90 en vez de 100. Se pueden bloquear y hasta sentirse fracasados. ¿Cómo van a reconocer lo que es un fracaso en la vida? No todo va a ser excelente a través del tiempo", asegura preocupada.

"Los padres muchas veces quieren que sus hijos hagan lo que ellos no hicieron, no solo académicamente sino hasta en los deportes" y ahí entran en negación.

"Para papá y mamá es más fácil decir que su hijo tiene A, pero realmente ¿cuál es el área más importante para ti como padre?”, cuestiona.

Asimismo, plantea que esto no implica que los padres se despreocupen sobre el desempeño académico, sino que reconozcan cuando sus exigencias o expectativas laceran la autoestima del menor.

Adolescencia

En el caso de los jovencitos que llegan a la escuela intermedia, Ortiz apunta a la adolescencia, la individualidad, los cambios hormonales, el desarrollo y la presión de grupo como factores clave para que algunos estudiantes disminuyan su buen desempeño escolar.

Para contrarrestar estos factores son fundamentales la confianza hacia el padre, la comunicación, el refuerzo, el apoyo y la supervisión.

El lado emocional

En su práctica, la psicóloga ha encontrado de manera recurrente este tipo de estudiante sobresaliente en términos académicos mas no así en el área emocional y social. "Podemos ver que la inteligencia medible -ya sea a través de las notas de las pruebas especializadas como psicométrica y psicoeducativa- no va acorde con la conducta del menor".

Para trabajar con este tipo de situación, la especialista en salud mental recomienda la ayuda profesional en la que utilizan terapia de modificación conductual para trabajar con las actitudes de los niños, ya que usualmente son poco tolerantes, ansiosos, deprimidos e incapaces de trabajar con los fracasos.

En términos sociales, para Ortiz "la inteligencia emocional en general está en detrimento. No tenemos paciencia, no hay tolerancia. Somos más egocéntricos, no tenemos comunicación asertiva" y esto se ve reflejado enla base de la propia sociedad: la familia.

La doctora recomienda a los padres estar atentos a las señales de sus hijos. Aconseja, además, que se preocupen tanto o más por las actitudes sociales que por las notas académicas, que les promuevan las buenas actitudes, el desarrollo de su autoestima, que los guíen, que fomenten el balance en la vida y les muestren las consecuencias de sus actos.

"La inteligencia emocional es algo que se puede trabajar a lo largo de su vida completa", culmina. Por eso, al igual que el afiche que destaca, exhorta a cada padre: "Enséñale a ser flexible, a tener empatía, asertividad y generosidad, y será capaz de conseguir lo imposible".

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