“El teatro debiera ser un espacio de confrontación”

Uno pensaría que la hija de Henry Pease iba a dedicarse a la sociología o a la política, no al teatro.

(Risas) Primero que nada, soy antropóloga y luego hice una maestría, un doctorado y una certificación de Psicología. Pero he hecho teatro toda mi vida, desde que tenía ocho años.

¿Cómo tomó tu padre que eligieras la actuación?

A él no le encantaba la idea del teatro. Cuando yo era chiquita, de hecho no lo entendía mucho y no lo entendía como una carrera, pero yo fui lo suficientemente terca, tan terca como él…

¿Se opuso?

Sí, hubo un momento de oposición fuerte cuando fui aceptada en el taller de Alberto Ísola, porque ya eso suponía una ruta más profesional. Yo estaba practicando en una ONG y yendo bien en mi carrera de antropóloga. Y se opuso al punto de no solo “no voy a financiarlo”, sino de “no puedes hacerlo mientras vivas conmigo”.

¿Tuviste que irte de tu casa?

No. Le puse una película, La sociedad de los poetas muertos, donde el protagonista se suicida, porque no lo dejan hacer teatro. Mi papá se aterrorizó y me dijo: hijita, ¿qué necesitas? ¡Yo te apoyo en lo que tú quieras, te lo pago! (Risas).

¿Y de allí te apoyó?

Sí. Él y yo somos muy parecidos, teníamos una relación muy de irnos entendiendo de a pocos. Entonces, él fue entendiendo que era importante para mí, al punto que, cuando volví después de hacer mi doctorado, me puse a estudiar teatro y lo pude hacer gracias a él, porque yo le dejaba mi hijito chiquito para irme a actuar.

¿El teatro es tu principal pasión…?

Ha sido mi pasión siempre. Lo demás ha sido una manera de mirar la realidad que complementara lo que pasaba dentro. Nunca lo he dejado de hacer, salvo cuando viví fuera y lo extrañaba un montón.

¿Y ser directora es algo que pensabas desde antes?

Siempre. Desde que actúo, trato de mirar desde afuera. Será por la formación que tengo como psicóloga. Y siempre supe que en algún momento me iba a mandar, pero nunca me atreví a hacerlo. Siempre le he tenido una admiración tan grande a la labor del director que tenía miedo a probar.

Pero tu carrera de actriz no es muy extensa, ¿no?

Es que ha estado interrumpida. Yo hice teatro junto con mi carrera como antropóloga en los 90, y luego me gané una beca Fullbright para estudiar una maestría en Psicología en Columbia (Nueva York). Y me enamoré de la psicología. Hice la maestría, hice el doctorado y me quedé casi nueve años allá. Tuve un hijo y entonces regresé…

¿Hay un hilo conductor entre la psicología, la antropología y el teatro?

Creo que es una manera de pensar en lo que nos conecta a todos los seres humanos, desde lo cultural, lo psicológico, lo emocional. Es la misma pregunta llevada a distintos planos. Y la maravilla es que todo lo que hago de nueve a seis entra por un canal más cognitivo y el teatro entra por otro canal. Se complementan y para mí es la perfección. No sabría cómo vivir uno sin el otro.

¿Y solo te interesa el teatro, o has tentado otras plataformas…?

La televisión me parece otro planeta y otro lenguaje casi. Lo que más cercano me ha parecido siempre es el teatro. Y lo que más me gusta es su carácter ritual. Es muy parecido a la terapia además. No en el sentido de sanación, sino a lo que sucede en una sesión. O sea, pasar por una experiencia en un tiempo y en un espacio concreto.

¿El hecho de que tengas un ojo de psicóloga marca tu estilo al dirigir?

Yo creo que el tema del cuidado es lo más característico. Del cuidado al actor, al proceso, que no sé si es porque soy psicóloga o porque soy madre o por la edad que tengo. He sentido que es muy parecido a enseñar.

¿Hay alguna obra icónica que te gustaría dirigir?

En verdad no. Y creo que en eso soy un bicho medio raro, porque todo el mundo quiere dirigir Shakespeare y hacer Hamlet, pero a mí el teatro peruano siempre me ha movilizado de una manera especial. La posibilidad de espejo que tiene el teatro peruano. Hay un mirarse en la dramaturgia local que siempre me ha parecido particularmente atractivo…

¿Cómo eliges Como castigo por mis pecados para tu primera puesta?

 Esta obra la conozco muy bien, desde que Tirso (Causillas) la escribía. Y la vi puesta, tres funciones, y lo volvía loco con que “yo la habría hecho así”, hasta que me dijo: ya, hazla, de una vez. Y la empecé a pensar y sentí que ya era el momento.

¿Y qué te atrajo de esta obra?

Lo que me atrajo es que mezclaba varios lenguajes. Requería usar el realismo psicológico, pero requería del claun y de romper la cuarta pared y de una serie de cosas distintas, y eso me parecía interesante.

¿El tema político no te atrae?

Sí, claro. Creo que lo político es mucho más amplio que las políticas partidarias. Cuando tú haces una obra que trasgrede un status quo en el cual la gente no se está cuestionando algo, implica tomar una posición. Lo que implique una noción de ciudadanía y de construcción de lo colectivo es política. El teatro debiera ser un espacio de confrontación. Y, sí, por supuesto que me interesa.

LA FICHA

Soy antropóloga y psicóloga, pero mi pasión ha sido siempre el teatro. Estudié actuación con Alberto Ísola y, en los 90, hice teatro a la vez que Antropología, hasta que me gané una beca Fullbright para hacer una maestría de Psicología en Columbia. Me quedé nueve años en Nueva York y volví al Perú hace poco. Ahora, estoy dirigiendo, por primera vez, una obra: Como castigo por mis pecados. Va de viernes a domingo en el Mocha Graña de Barranco.

Leave a Reply