DUREZA EMOCIONAL, LA IMPULSIVIDAD Y AUSENCIA DE …

La dureza emocional, la impulsividad, la ausencia de miedo entre otros, son aspectos que favorecen la aparición de la violencia.
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Lo anterior es asegurado por la psicóloga Rocío Covarrubias quien añade que la educación en casa es tan poderosa, que es capaz de evitar que un niño con tendencias sicopáticas se convierta en un criminal, pero también que quien no tenga dichas tendencias termine haciéndolo.

“El hecho de que el niño tome el camino hacia la criminalidad o no, dependerá de que logre interiorizar algunos límites y valores”, advierte la informante.

“Si un niño se porta de manera violenta y tiene comportamientos antisociales es probable que hayan fallado los modelos más importantes, es decir, los padres, ya sea porque sus conductas son tóxicas o nocivas y sus hijos las aprendieron de ellos, o porque han estado ausentes total o parcialmente, dejando así a los hijos mucho más expuestos a la violencia que aprenden en la televisión, en la escuela y en la calle”, asegura.

Advierte que existe el convencimiento general en la sociedad que el aumento de la presión policial contra la delincuencia, el endurecimiento de las condenas contemplando la cadena perpetua e incluso la pena de muerte para determinados delitos es el camino más efectivo para erradicar las tasas de criminalidad, pero únicamente se logra aumento del número de presos, la la necesidad de crear más centros penitenciarios y aumentar el número de funcionarios.

“Más población penitenciaria aumenta el gasto, pero no previene la delincuencia”, destaca.

Desórdenes internos como nerviosismo, preocupación o ansiedad; problemas psicológicos como hiperactividad problemas o dificultades de concentración; conductas agresivas o violentas, o baja inteligencia, son factores predictivos de futuros comportamientos antisociales o delictivos de carácter fundamentalmente psicológico desarrollados en la infancia.

Estos problemas, trastornos o carencias de la personalidad pueden influir en el adecuado desarrollo de la personalidad de los jóvenes, creando niños y jóvenes inmaduros, ególatras, egocéntricos, impulsivos o agresivos; comportamientos todos ellos fuertemente asociados a la delincuencia juvenil.

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