Creo que mi hijo es transexual

Esta es la mayor parte de los motivos de consulta que traen mis pacientes este año. Es algo bastante insólito en mi práctica como Psicóloga Clínica con personas lesbianas, gay, bisexuales y transexuales hace diez años. Soy la Coordinadora de la Comisión de Género y Diversidades Sexuales en el Colegio de Psicólogos de Chile y hasta el momento, soy la autora de la única investigación en Chile acerca de transexualismo y transgenerismo. Con esto, no quiero hacer de pavo real mostrando sus plumas. Esta presentación tiene un sentido y un objetivo y es que deseo que entiendan que desde la práctica y conocimiento a lo que es usual como motivo de consulta que pareció ser típico por diez años ha dado un giro que no puedo dejar de notar, pasando de atender a transexuales adultos a padres y madres de niños transexuales, que buscan ayuda y orientación.

El cambio ha llamado mi atención, puesto que las personas transexuales y transgéneras han existido siempre en Chile. Tantas veces he tenido frente a mí a la persona trans, que entre la discreción y seguridad de mi consulta junto a una escucha no patologizadora sino que empática, rompe en llanto y en recuerdos negros ¿La parte más desgarradora de sus historias?: la infancia y la adolescencia, marcadas por el rechazo familiar. Por esto me sorprende gratamente, el que padres y madres se acerquen a consultar por sus hijos desde la motivación de ayudar, proteger, buscar orientación y apoyo para que su niño crezca con su identidad transexual sin que ésta le acarree sufrimiento o este sea mínimo.

Cuantos pacientes adultos no tendrían una historia tan distinta, si sus padres los hubiesen cuidado como veo que ocurre ahora, producto de la mayor información que existe al respecto y a la creciente sociedad que discute y reflexiona sobre los derechos humanos de la diversidad sexual.

Quiero detallar algunas directrices que amorosa y respetuosamente, sugiero a los padres que estén sospechando que su hijo o hija es transexual. Sé el difícil camino que deben estar llevando, donde los especialistas son contados con los dedos de una mano y Psicólogos y Psicólogas con formación en transexualidad, contados quizás con los dedos de dos manos. Esto se traduce a consultas y más consultas con distintos profesionales que se ven perplejos por esta realidad que desconocen y es desde ese desconocimiento o un honesto “no es mi especialidad”, que los padres de niños trans tienen la sensación de que nadie les puede brindar ayuda.

Existen pocos profesionales que saben de transexualidad. El lanzarse a pedir hora con cualquier profesional es peligroso, ya que lo más probable es que le darán un diagnóstico errado, patologizarán a su hijo o les darán pronósticos desoladores que terminarán confundiéndolos aún más o sumando más y más heridas, junto con la sensación de vulnerabilidad y soledad.

En Santiago, hay sólo tres endocrinólogos especializados en tratamiento para feminizar o masculinizar cuerpos de personas transexuales, con el fin de adecuarlos a su identidad de género pero son de especialidad adultos. Sólo un endocrinólogo existe con formación en transexualidad infantil. Son escasos pero no inexistentes y también existen en regiones, como también, son cada vez más los especialistas que se están formando en el tema.

La transexualidad se trabaja en equipos multidisciplinarios. Yo no recomiendo ir al psiquiatra porque estaríamos comenzando con el pie izquierdo y desde la patologización, en vez de encontrar guía y orientación para que el niño transgénero pueda crecer, desarrollarse y adaptarse a su identidad de género. Recomiendo acudir primero a un psicólogo o psicóloga con experiencia en esta temática y que trabaje con un Endocrinólogo también con experiencia en la transexualidad. Creo que el binomio de psicólogo o psicóloga/endocrinólogo es menester y no se debiese dispensar de ninguno de estos profesionales. Mientras el psicólogo, psicóloga trabaje con la familia del niño, su escuela y todo su entorno, el endocrinólogo podrá hacer las pruebas necesarias a nivel hormonal (pudiese ser un caso de íntersex o como se llamaba antiguamente, hermafrodismo). El tratamiento hormonal no se realiza en la infancia sino que antes de la pubertad, para detener el desarrollo de características propias al sexo biológico, tales como la menstruación en el caso de un niño transgénero. Es a la mayoría de edad cuando se trabaja con hormonas para feminizar o masculinizar el cuerpo. En el caso de las personas transexuales, en la adultez, podrán decidir llevar a cabo la cirugía de reasignación sexual.

No todas las personas desarrollan una identidad de género acorde a lo esperado socialmente de acuerdo a los genitales. Existen las identidades transexuales y de ello, es responsabilidad de toda la sociedad aceptarlo, entenderlo por fin e informarse al respecto. Castigar a las personas transexuales por el hecho de serlo, es a mi juicio, un maltrato doloroso, que deja sus huellas hasta la adultez.

¿Cuándo consultar?

Las conductas del niño o niña del género contrario, como los juguetes o juegos que elija, sus deseos de amanecer con el cuerpo que le gustaría tener, el preferir juntarse con niñas en vez de niños, vestirse con ropas del género contrario, etc, deben tener una durabilidad e intensidad de al menos seis meses. Escandalizarse porque se sorprendió al hijo usando los tacos o el vestido de la mamá, pensando que es un niño transgénero, no tiene asidero alguno. De hecho estas conductas son normales y responden a la curiosidad y juego propio de los niños.

Finalmente, quiero transmitir tranquilidad a los padres de niños transgénero. El género, esta sensación de sentirse niño o niña y las conductas asociadas a la femineidad o masculinidad, son constructos sociales. Esto quiere decir, que es la cultura la que envía los mensajes de ser hombre o mujer desde incluso antes de nuestro nacimiento, cuando todo se pinta de rosa o azul según el genital que se mostró en la ecografía. No hay algo “anormal” en el niño trans ni razones para pensarlo enfermo, trastornado o loco. El género es una creación cultural y eso, no lo debemos olvidar. De hecho, los estudios de la Asociación Americana de Psicología, han encontrado que hay una relación de mayor salud mental en las personas que tienen mayor espectro de conductas que les permita el género esperado socialmente. El hombre que lleva consigo el mandato de que no puede llorar, mostrarse vulnerable y no siempre viril, sufre, pues el rango de conductas que le son permitidas, son pocas. Pensemos y mirémonos desde el saber que el género es cultural y de que podemos explorar otras conductas, que aunque se asocien más al género contrario, nos hacen a su vez más libres de demostrar nuestros estados afectivos y nuestros pensamientos.


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