Cómo enseñar la noción de peligro a los niños

Un episodio común durante el periodo de crianza y cuidado de los niños es ver a un padre detrás de su hijo, protegiéndolo ante diversos contratiempos y accidentes. La razón es que el pequeño aún no tiene la suficientes madurez para entender la noción de peligro, y es con el paso del tiempo como lo irá comprendiendo. 

Según Juan Daniel Gómez, profesor de la Pontificia Universidad Javeriana, con doctorado en la Universidad de Múnich y estudios de posdoctorado en Neuropsicología en la Universidad de Toronto, “las primeras estructuras que se desarrollan en el cerebro son las emocionales, afectivas, sensoriomotoras, etc.; pero la interiorización de normas, los peligros, la abstracción, la planeación del comportamiento, la inhibición del comportamiento impulsivo, estas se ubican en los lóbulos frontales y, aunque se desarrollan desde que el niño está pequeño, su proceso termina, incluso, a los 18 o 20 años de vida”. 

Obviamente, aclara, hasta los 10-12 años se tiene pensamiento abstracto, y desde ahí ellos ya deberían estar en capacidad de prever el riesgo; pero ahí desempeñan un papel importante el entorno, la educación y la manera como se les enseña sobre los peligros de la vida. 

Por otro lado, en los pequeños “hasta ahora el mundo se está construyendo en sus mentes con la ayuda de sus padres. Asimismo, las experiencias empiezan a ser más vivenciales; por lo mismo, tienden a ser más arriesgados y aventureros por su necesidad de conocer y explorar los olores, los sabores, las texturas, etc.”, añade Diana Carolina Poveda Hernández, psicóloga clínica con máster en Psicología del Instituto de Ortopedia Infantil Roosevelt. 

La evolución 

El doctor Gómez dice que en las primeras etapas de la vida, hasta aproximadamente los 6 años de edad, los niños tienen una serie de determinantes biológicos, llamados variantes funcionales en la razón o la organización de lógica. Nacen con una serie de comportamientos naturales, frente a los cuales ellos se defienden. 

“Tienen reflejos y primeras adaptaciones, que llamamos reacciones circulares primarias, que es como van haciendo algún tipo de acomodación frente a los objetos que ven, los sonidos que escuchan, la aprensión, la succión, etc.”, señala el doctor. 

Alrededor de los 5-6 años, los niños empiezan a tener mayor conocimiento del mundo y sus riesgos. El entendimiento del peligro parte cuando empiezan a tener experiencias como una caída y la asociación con el dolor, cuando hacen algo malo y se les castiga, o cuando se sienten perdidos y experimentan sentimientos de angustia, añade la psicóloga. 

También hay que entender que en los pequeños funciona lo que se llama inteligencia práctica, un estadio que empieza muy temprano. Desde los 2 años, incluso antes, el niño puede sufrir golpes, y ya ha aprendido, de la experiencia, qué le duele o qué está mal. Sin embargo, solo puede sacar la conclusión de que es peligroso frente a una experiencia conocida. Por eso, la mayoría de las medidas son de control externo. 

“Hasta una etapa bastante avanzada, diría hasta eso de los 6 años, el niño difícilmente puede aprender que algo es peligroso. Lo dejan de hacer porque les duele, mas no porque sepan que es peligroso. Eso se convierte en un reflejo condicionado”, dice el experto. 

El concepto del riesgo, de una inteligencia práctica, llega a los 10 o 12 años, más o menos, cuando se empiezan a conocer conceptos más abstractos. “Cuando se desarrollan los lóbulos frontales y la capacidad de inhibición de impulsos es cuando el niño se autocontrola, pero eso no es posible desde el punto de vista neurobiológico, hasta que no pase del pensamiento concreto al abstracto”, dice el doctor Juan Daniel. 

Por eso son tan importantes los vínculos afectivos; tener un cuidador amoroso que genere confianza, y sea ese estímulo discriminativo del peligro. 

Ahora, la manera en la que los padres pueden actuar, de manera que los niños vayan entendiendo los conceptos, son los juegos, símbolos y explicaciones claras. Diana Carolina dice que los diálogos con un niño pequeño no deben ser extensos: “ ‘Si sales corriendo, te puedes lastimar’; es importante indicarle las consecuencias de las cosas que pueden suceder, con calma, ya que alarmarlos puede ser más riesgoso”. 

También lo es usar los ejemplos en las rondas, en los cuentos, los programas, etc. Estos siempre tienen una moraleja que está muy relacionada con la realidad, y si el niño tiene una buena experiencia, puede leer las emociones de otro e interiorizarlas. 

Como dice la psicóloga, los niños necesitan conocer por sí mismos el mundo, y los padres solo deben ser un soporte, minimizar los riesgos y evitar accidentes. 

Pautas para orientar  

 - Sea claro en las recomendaciones que da a su hijo. 

 - No sature de información al niño. 

 - Enséñele cómo mantener la calma. 

 - Proporciónele confianza en sí mismo, dejando que él mismo explore su medio. 

 - Explíquele al niño el significado del peligro. 

 - Muéstrele las consecuencias que pueden tener sus comportamientos: “Si te subes en la silla, te puedes caer”. 

 - Demuestre con ejemplos claros cómo evitar los peligros. 

 - Utilice juegos para mostrarle lo que puede o no ser peligroso

 

 

 

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