Brasil consulta a una psicóloga

La intervención de la psicóloga brasileña Regina Brandão en la concentración de la selección brasileña fue decisiva a la hora de seguir en el mundial. La lesión de Neymar, quien quedó fuera del mundial después de sufrir una terrible falta en el partido contra la selección colombiana, más una tarjeta amarilla que impedirá a Thiago jugar el próximo encuentro (Brasil contra Alemania) conmocionó de tal manera a la "canarinha" que hizo falta la presencia de un especialista en salud mental para acomodar las cosas.

El mundo del deporte, sobre todo en el fútbol, se está desarrollando cada día con más exigencias físicas y emocionales. La alta competencia, la ambición de los clubes para ganar y superarse con tal de seguir haciendo del fútbol un negocio multimillonario está poniendo a prueba la entereza psicológica de los protagonistas, principalmente de los jugadores y de los técnicos. Las pruebas abundan, solo recordemos qué pasó con Francia en el último mundial de Sudáfrica, el mordisco de Suárez en Brasil contra Italia, los desplantes, el mal humor, las manías de los técnicos, como el de Chile, un verdadero paranoico a la hora de entrenar a su equipo. Otra nota aparte habría que dedicar a los problemas del dopaje en el deporte.

Todo esto confluye en la gran necesidad de humanizar este deporte. Humanizar en el buen sentido de la palabra quiere decir simplemente no tomar a los jugadores como máquinas. No se puede, al menos siempre, correr los 90 minutos que dura un partido, jugar siempre bien, no equivocarse nunca, y patear y convertir los penales después de una prórroga de otros 30 minutos. Supongo que a todo esto se estará dedicando la psicóloga brasileña.

En este caso, el de la selección de Brasil, además de a lo anteriormente dicho hay que agregar la presión de ser la selección anfitriona y de cargar a sus espaldas con una historia futbolística de grandes gestas y triunfos. La situación social en Brasil estaba bastante convulsionada en este país antes del mundial y parece que los agónicos triunfos de su selección en el fútbol están actuando de colchón, frenando o postergando, paros, manifestaciones, protestas y represiones hasta que se termine la competición. Supongo que todo esto, de alguna manera, se hace sentir sobre los jugadores. Tal vez, inconscientemente, se les exige la máxima responsabilidad de representar a un país que ellos no gobiernan. Esta lectura también podría ser válida para la selección Argentina, la española, y para los mundiales de fútbol en general.

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