Víctimas de desastres naturales requieren apoyo psicológico

Rosalinda Hernández C..-

Yorelis Acosta es psicóloga social, docente de la Universidad Central de Venezuela -UCV- y especialista en intervención psicosocial. La experta explica que en relación a la atención requerida por las víctimas de desastres naturales, la tarea de los psicólogos es lograr que las personas se activen y fortalezcan las raíces que las ayuden a conectarse, a participar juntas con otros grupos en iniciativas para mejorar su comunidad y generar el sentimiento de pertenencia que se requiere en esos casos.

Aunque Acosta señaló que no existen técnicas psicoterapéuticas específicas para afrontar las situaciones psicológicas derivadas de los desastres naturales, las acciones psicosociales no pueden ir separadas de soluciones prácticas de los problemas comunitarios.

De acuerdo a la especialista, las calamidades tienden a unir a las personas, pero también pueden sacar lo peor que hay en ellas y generar momentos de violencia y tensión, por lo que la intervención psicológica es fundamental para superar la situación y salir adelante con mayores expectativas.

Uno de los principales retos de los expertos en psicología es tratar de organizar y estimular la unión, promoviendo la generación de proyectos comunitarios que permitan a los grupos involucrados sentir que las cosas pueden mejorar con el compromiso de todos, precisó Acosta.

“Existen muchas variables que afectan el bienestar de las personas, y las calamidades naturales vienen a exacerbar la crisis y el malestar, es por eso que debemos propiciar el apoyo, dar seguridad y protección a la personas y evitar que la situación estimule el abuso de otras personas u otros grupos”.

Para Acosta, los psicólogos son los encargados del acompañamiento de las personas que han pasado por una experiencia de debacle natural. “Trabajamos para que las personas salgan fortalecidas y no fallezcan ante la experiencia. Nuestro rol es afianzar en las víctimas un espíritu activo, que se adueñen de su historia personal con capacidad, decisión y transformación. Dejar a un lado la pasividad”.


Recomendaciones básicas

Yorelis Acosta propone un conjunto de ideas-fuerza que deben tomarse en cuenta en una intervención psicosocial luego de un desastre natural.
 

  • Abordaje comunitario. Son recomendables acciones grupales, incluyendo siempre a la mayor cantidad de gente posible sin discriminaciones de ningún tipo, donde se socialice el sufrimiento y se refuercen mecanismos comunitarios para afrontar las situaciones difíciles.
  • Implementar acciones. Para llevar a cabo las acciones de soporte psicológico no es necesario, en su ejecución directa con las comunidades, apelar a personal técnico especializado (psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales), sino que puede ser tanto o más efectiva la participación de promotores comunitarios locales, capacitados en el manejo de técnicas de intervención grupal y comunitaria en aspectos psicológicos, bajo la supervisión de profesionales expertos.
  • Brindar respuestas inmediatas tras los desastres. Cuanto más rápida sea la respuesta tras la ocurrencia de algún desastre, más rápido pueden los damnificados comenzar a superar las consecuencias. Lo ideal es poder comenzar a trabajar en el abordaje psicosocial de la población siniestrada prácticamente a la par de las tareas de rescate.
  • Priorizar las actividades expresivas (verbales o alternativas). Propiciar actividades donde las personas comuniquen sus sentimientos, puedan descargar las acumulaciones de afecto que produjeron los hechos traumáticos. Incluir a la  población infantil en actividades lúdicas y recreativas.
  • No medicar la asistencia y evitar los psicofármacos. Los efectos subsecuentes a un trauma, como el que produce un desastre natural, no son enfermedades psíquicas propiamente dichas, son reacciones con ciertos efectos clínicos que pueden considerarse normales. Por tanto, en el abordaje de primeros auxilios psicológicos, no se debe psicopatologizar a la población.
  • Considerar a la población damnificada como sujetos activos y no como víctimas pasivas. Mantenerlos en la situación de "víctimas desvalidas" no contribuye a su rehabilitación sino que, por el contrario, puede profundizar situaciones de aislamiento, marginación y dependencia.
  • Adaptar las estrategias al ámbito de cada desastre particular. Si bien las formas que asume el sufrimiento humano ante cualquier situación de catástrofe pueden presentar rasgos medianamente comunes, y consecuentemente las acciones encaminadas a mitigarlo también asumen formas generales, debe adecuarse cada acción específica al medio en el que se actúa.
  • Reforzar mecanismos de protección culturalmente aceptados. En toda organización social existen formas de afrontar los problemas comunitarios. Las intervenciones postdesastres deben aprovechar esos mecanismos de protección, culturalmente válidos.
  • Priorizar grupos especialmente vulnerables. Hay grupos más expuestos a sufrir los desastres dada su situación de mayor vulnerabilidad relativa. En el inicio de la intervención deben identificarse, junto con la comunidad, estos grupos para su priorización, teniendo siempre especial cuidado de no estigmatizarlos. Pueden considerarse grupos vulnerables los niños, jóvenes, mujeres, ancianos, personas con algún tipo de discapacidad, personas seropositivas, entre otros.
  • Pasar del socorro en emergencias a la rehabilitación para el desarrollo.  Desde el inicio del desastre hasta la etapa posterior a la ocurrencia del fenómeno, debe trabajarse pensando en la reconstrucción con criterios de sostenibilidad. Deben hacerse todos los esfuerzos del caso por eludir el asistencialismo, pero tampoco abandonarlos una vez superada la crisis porque el trauma postevento continuará por semanas.

 

Efectos psicológicos ante un desastre natural

A partir de las investigaciones y diversos estudios realizados por la psicóloga Yorelis Acosta, se ha podido comprobar que ningún grupo, comunidad u organización está preparada para enfrentar un desastre.

Aseguró la experta que toda tragedia natural trae implicaciones y consecuencias que se deben atender en el menor de los tiempos. Para abordar los problemas generados por las debacles existe una variedad de recomendaciones a considerar; sin embargo, Acosta se centra en dos tipos: las individuales y las comunitarias.

Atención individual

Las consecuencias a nivel psicológico en las personas enfrentadas a una situación de riesgo dependen además de la propia situación, el conocimiento que tenga la persona (antes o después de la tragedia) si es un evento controlable o predecible, si es un acontecimiento ambiguo o claro, si se puede modificar su curso o no, y el apoyo sincero que reciba o no, precisó la especialista.

Señaló que las reacciones emocionales después de un desastre pueden incluir, entre otras señales:

• Intensos sentimientos de angustia, a veces acompañados de imágenes súbitas y recuerdos desagradables de la experiencia (pesadillas repetitivas).

• Evitación de los recuerdos de lo sufrido.

• Trastornos del sueño, insomnio, pánico nocturno.

• Sintomatología psicosomática (taquicardia, mareos, cefaleas, aumento de la presión arterial, sudoración, trastornos gastrointestinales, tensión muscular).

• Temor constante.

• Desorganización de los pensamientos y dificultad para expresarse normalmente.

• Estados de excitación y ansiedad generalizados (a veces: enuresis infantiles).

• Uso y abuso de alcohol y sustancias psicoactivas.

• Estados depresivos.

• Ideación suicida.

Intervención a comunidades

En relación a la intervención psicológica en comunidades afectadas por desastres, se clasifican las acciones en dos momentos o fases:

1) Atención inmediata de los efectos derivados de la catástrofe (intervención en crisis)
La primera se dirige a atender en el primer momento (primeros días, primeras semanas), luego del desastre natural, las secuelas psicológicas, humanas y materiales directamente derivadas del mismo.
 

2) Trabajo comunitario postdesastre (rehabilitación para el desarrollo)
La segunda fase de intervención (rehabilitación para el desarrollo) consiste en el trabajo de acompañamiento en la comunidad, buscando su reorganización con miras a iniciar la reconstrucción de lo perdido durante la catástrofe.

 

 

@roshernandez

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