No obstante, un reciente estudio asegura que este trastorno es más común en hombres que en mujeres.
La diferencia más notoria entre los rasgos de trastornos narcisistas entre géneros está en que ellos tienen la idea de que lo merecen todo y una tendencia natural a reivindicar ciertos privilegios, por encima de las mujeres.
Así quedó establecido durante una reciente investigación de la Universidad de Búfalo (estado de Nueva York), con publicación en la revista estadounidense Psychological Bulletin, que analizó tres rasgos particularmente: la voluntad de poder, el exhibicionismo y la idea de que todo lo merecen.
Los investigadores analizaron datos de 355 estudios y otros trabajos publicados desde hace 30 años, que contienen datos de al menos 470 mil personas.
El análisis permitió establecer que también hay una diferencia por sexos en cuanto a la voluntad de autoridad o de dominación, mayor en ellos.
Jorge Forero, médico psiquiatra y presidente del Instituto para el Desarrollo de la Salud Emocional, explica que el perfil de una persona con trastorno narcisista es complejo, por eso es importante aprender a identificarlos.
De acuerdo con el especialista, casi siempre estas personas son manipuladoras, faraónicas, con necesidad de reconocimiento, complejo de superioridad (aunque no necesariamente se sientan bien consigo mismas), no reaccionan bien a las críticas ni a la frustración y se esfuerzan mucho por encontrar a una pareja que esté a su altura, pero que no sea mejor que ellas.
"Por razones como estas -agrega Forero-, sus relaciones sentimentales son tan difíciles y a muchos hombres con este perfil no les duran, por más que sean inteligentes. Porque hay que reconocer que las personas con una bajo coeficiente intelectual no clasifican aquí".
Por sus características, convencer a una persona con trastorno narcisista de ir a una consulta médica es muy difícil, empezando porque nunca aceptan que necesitan ayuda.
El psiquiatra sostiene que estos hombres solo buscan especialistas en casos extremos, es decir, cuando rompieron con su pareja o están ante un fracaso laboral, por ejemplo.
Como algo derivado de su personalidad, los hombres con este trastorno, de acuerdo con una investigación publicada en enero en la revista Public Library of Science, PLoS ONE, también tienen más probabilidades de alcanzar altos niveles de cortisol (hormona del estrés), lo cual los vuelve irritables e impulsivos.
Se puede prevenir
Gloria Mercedes Isaza, psicóloga de familia, cree que por los problemas en las relaciones que genera, un trastorno como el narcisismo, que también tiene un sustrato genético, debe modularse desde la etapa de crianza.
"Las culturas occidentales tienden a confundir la formación de los niños con autoestima alta, alabanza permanente y con hacerles creer que son mejores que los demás en todo, salvo en lo importante: ser mejores seres humanos", aclara Isaza.
De hecho, otro estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, de este año, concluyó que los padres que tienden a sobrevalorar en exceso a sus hijos promueven el desarrollo de rasgos narcisistas en ellos.
La investigación, que incluyó a 565 niños de entre 7 y 11 años de edad en los Países Bajos, demostró que la sobrevaloración no elevaba su autoestima, sino su narcisismo, lo cual no sería bueno para los niños ni para la sociedad.
Ana María Fonnegra Pardo, psicóloga de la Universidad Javeriana, está de acuerdo con que, desde la niñez, los padres pongan límites a sus hijos, enseñarles a compartir y a valorar a las personas que los rodean.
"Si un niño crece creyéndose superior al resto del mundo -concluye la psicóloga-, va a ser un adulto con grandes frustraciones: buscará la forma de manipular situaciones con tal de tener la razón, nunca va a estar satisfecho con nada ni con nadie, podrá ser dominante y hasta llegará a ser violento cuando no se hace su parecer".
Valorar y no sobrevalorar
La psicóloga de familia Gloria Mercedes Isaza da algunas pautas contra el narcisismo:
No a la insensibilidad
Las personas narcisistas, generalmente, se acostumbraron a no ponerse en el lugar del otro. Están tan centradas en sí mismas que ni se disculpan ni reconocen sus fallas.
Sí a la aceptación
Las personas deben valorarse por lo que son, no por lo que hacen ni por lo que compran.
Sí a escuchar Desde los primeros años
Las personas deben aprender a escuchar a los demás, a hacer fila para esperar su turno y a reconocer sus logros en las justas proporciones.
kal