Según la psicóloga y miembro de la organización española Actio-Psicología Aplicada, Raquel De Laorden, “el 43% de la mujeres sufren algún trastorno sexual, por un 35% de los hombres”.
Sin embargo, muchas mujeres no conocen esta realidad. Creen, erróneamente, que las disfunciones de este tipo solamente afectan a la población masculina. Palabras como vaginismo, constricción involuntaria de los músculos de los genitales femeninos al intentar el coito, o dispareunia, dolor genital recurrente asociado con la relación sexual, siguen siendo extrañas para muchas mujeres.
“La falta de conocimiento sobre este tipo de temas facilita que se produzcan estos trastornos”, expone la médica y miembro de la Asociación de Especialistas en Sexología, Ana Belén Romero.
Sin embargo, en 2012 esta problemática femenina resonó fuerte en los medios cuando apareció una encuesta realizada por la Universidad de Chicago (EE.UU.), publicada en el Journal of the American Medical Association.
Esta encuesta, sin embargo, fue más allá y logró averiguar qué tipo de trastornos sexuales eran más comunes dentro de las población femenina.
El resultado: el 21% de las mujeres entre los 18 y los 29 años afirmaban que sufría algún tipo de dolor durante la relación sexual, mientras que el 27% habla de experiencias “poco placenteras“.
En esta línea, el Departamento de Urología y Psiquiatría de la Universidad de California (EE.UU.), aseguró “que cerca del 40% de las mujeres nunca han buscado tratamiento o ayuda” para estos problemas.
¿Por qué la población femenina continúa escondiendo este tipo de disfunciones cuando se ha establecido que la salud sexual es parte integral de la vida humana?.
Para la médico y especialista en salud sexual Ana Belén Romero, “este tipo de trastornos están relacionados con el aspecto psicológico y pueden originarse, incluso, durante las primeras relaciones sexuales”.
Una mujer tailandesa con un poster de una mujer desnuda en la mano camina delante de una pancarta en la que se lee ¿Qué es buen sexo?’ delante del Palacio Real en Bangkok, Tailandia
Los expertos indican que las mujeres sufren más disfunciones sexuales que los hombres. Según la psicóloga Raquel De Laorden,“el 43% de la mujeres tienen algún trastorno sexual, con respecto al 35% de los hombres”.
Estos problemas se deben a factores como el miedo a la intimidad, unido al temor de rechazo por parte de la pareja, a una inadecuada educación y a la asociación del sexo con la inmoralidad o con el sentimiento de culpabilidad, así como al papel de las mujeres en las relaciones sexuales, en donde prevalece la idea de satisfacer al hombre, según indica De Laorden.
Romero insiste que este tipo de ideas todavía “pesan mucho en nuestra cultura y deben desmitificarse”. Llama la atención, por ejemplo, sobre la concepción de la masturbación femenina. Asegura que, “todavía es un completo tabú en nuestra sociedad ”.
Frente a esto, la psicóloga y sexóloga Cristina Martínez, asesora de la Asociación Española para la Salud Sexual, apunta que, “las mujeres, a diferencia de los hombres, no nos atrevemos a vivir la masturbación con naturalidad y eso crea un gran desconocimiento de su propia sexualidad”.
En suma, según Romero, “para evitar problemas sexuales la mujer debe ponerse en manos de un experto que le ayude a resolver esas disfunciones y, una vez que juntos han encontrado dónde está el problema, puede favorecer su vida sexual con el autoerotismo”.
Esto, en definitiva, “le permite desechar miedos, tabúes y vergüenzas”, porque la base del conocimiento del cuerpo femenino es también fundamental para evitar trastorno sexuales.
Es verdad que si una mujer no conoce ni siquiera su anatomía, si no conoce cuáles son sus puntos erógenos, ni qué caricias le pueden formular un orgasmo, difícilmente puede comentárselo a su pareja y saber qué es lo que realmente le gusta”, concluye Romero.
Consejos
1.- Normalizar el concepto de masturbación para desmitificar .
2.- Favorecer un espacio de la propia intimidad.
3.- Conocer la anatomía genital y sus funciones. Esto, mediante una autoexploracion.
4.- Autoestimularse sexualmente, con el objetivo de obtener placer y conseguir un orgasmo.
5.- Estimular las fantasías sexuales, a través de películas y lecturas eróticas.