Entonces, ¿desaparecieron los ‘huelepega’ en Maracaibo?

Este indigente dormía al lado de una panadería en la avenida Delicias de Maracaibo. Foto: Jennifer MarrugoEste indigente dormía al lado de una panadería en la avenida Delicias de Maracaibo. Foto: Jennifer Marrugo

Este hombre, de no más de 30 años, dormía angustioso al lado de una panadería en la avenida Delicias de Maracaibo. Foto: Jennifer Marrugo

Al leer el título más de uno habrá exclamado  que conoce a uno o varios ‘huelepega’, pero ¿dónde están? En un recorrido por la ciudad el equipo de NAD rebuscó a ese muchacho andrajoso, escuálido, de no más de 15 años, que deambulaba revisando la basura con su botella de pega de zapatos incrustada en la cintura, esperando inhalarla para apaciguar su hambruna.

Se veían solitarios con las costillas expuestas, y a veces en grupo, para defenderse mutuamente de los peligros de la calle. Su vida se dividía entre quienes les temían, quienes no volvían su mirada, indiferentes, y quienes le daban una limosna para apartarlos del camino.

¿Qué pasó? ¿Por qué ya no se ve la manada de muchachos callejeros como antes? La respuesta pareciera estar en que algunos mutaron a la delincuencia, mientras que otros han recibido ayuda en diversos programas sociales del Gobierno.

La licenciada Soraya Valbuena, coordinadora del Centro de Atención Inmediata Divino Niño, ubicado en el Casco Central de Maracaibo, comenta su experiencia en 13 años dentro de la institución, que a su juicio, ha influido en la extinción de los mal llamados ‘huelepega’.

Soraya Valbuena, coordinadora de Centro de Asistencia Inmediata Divino Niño. Foto: Valeria LandazabalSoraya Valbuena, coordinadora de Centro de Asistencia Inmediata Divino Niño. Foto: Valeria Landazabal

Soraya Valbuena, coordinadora de Centro de Asistencia Inmediata Divino Niño. Foto: Valeria Landazabal

“Las edades de los muchachos que se atienden acá con problemas de adicción, oscilan entre los 14 y 17 años, hay niños más pequeños, pero con menos frecuencia. También están los jóvenes trabajadores, en su mayoría wayuu, que tienen de 7 a 17 años y otros que llaman “Los Juanes”, que son aquellos que se hacen pasar por sordomudos, entregan un papelito en los buses o en la calle para obtener dinero; todo esto los lleva a la mendicidad infantil”, explicó.

Valbuena manifiesta que casi siempre hay un adulto manejando a los menores, para usarlo en este tipo de actividades; sin embargo, recalca que se mantienen herméticos, para no delatarlos, por miedo a represalias o porque también toman parte del dinero, bien para consumir aquellos que tienen problemas de adicción, o porque lo usan para ayudar a su familia.

Niños “en la calle” y “de la calle”

La licenciada aseguró: “Antes se veía mucho muchacho consumiendo pega de zapato, pero ya esa droga no es tan agresiva y tampoco se consigue. Hay otros narcóticos más fuertes y los patrones también han cambiado. No es lo mismo un niño de la calle, que en la calle. El de la calle era el que vivía en la indigencia, y los que están en la calle, son aquellos que tienen familia y casa, pero se la pasan deambulando, trabajando o buscando qué comer”.

Una droga que se ha vuelto “popular” entre los más jóvenes, es la marihuana y la supermarihuana o “hidro”, según Valbuena. Agrega que este tipo de adicciones comúnmente se ven jóvenes que quieren ser aceptados socialmente, porque es la moda o sucumben ante la presión de amigos, conocidos y hasta de sus propios padres; hecho que los pudiera llevar a la calle, si no se detiene a tiempo.

Dentro de los tres tipos de consumidores están quienes consumieron por curiosidad una primera y única vez, los ocasionales y los compulsivos, expone la coordinadora del centro.

“Muchas veces llegan hermanitos, primitos, con algún nexo, o también vienen solos”, dijo Valbuena.

Por su parte, Daniel Boza, secretario de Promoción y Prevención Ciudadana de la Gobernación del Zulia, explicó que el consumo de alcohol y sustancias psicotrópicas incitan al delito, por lo que los jóvenes en situación de calle, se ven obligados a robar o a incurrir en otros delitos para financias sus vicios.

Daniel Boza, secretario de Promoción y Prevención Ciudadana de la Gobernación del Zulia. Foto: ArchivoDaniel Boza, secretario de Promoción y Prevención Ciudadana de la Gobernación del Zulia. Foto: Archivo

Daniel Boza, secretario de Promoción y Prevención Ciudadana de la Gobernación del Zulia. Foto: Archivo

“Los ‘huelepega’ viven en la calle, lo que los diferencia del hampa común; en su mayoría han vivido en pobreza extrema o maltrato intrafamiliar”, describió.

Para Boza, los menores en situación de calle, no quieren consumir inicialmente, sino que es una consecuencia de lo que han experimentado en su entorno, y consumen para esquivar esa realidad. “Lo ideal en estos casos es estudiar el factor de consumo y alejarlo del mismo”, explica.

Factores Psicológicos

Génesis Bracho, psicóloga del programa Atención Inmediata Divino Niño, indicó que los factores que conllevan a los niños y adolescentes a consumir algún tipo de estupefaciente generalmente provienen del seno del hogar, “al existir un deterioro del sistema familiar o social del sujeto se presentan fenómenos que desatan componentes que influyen de forma negativa en el desarrollo de una persona”.

Génesis Bracho, psicóloga de Divino Niño. Foto: Valeria LandazabalGénesis Bracho, psicóloga de Divino Niño. Foto: Valeria Landazabal

Génesis Bracho, psicóloga de Divino Niño. Foto: Valeria Landazabal

Bracho señaló que los problemas que se basan en un hogar disfuncional son las principales causas del fenómeno, “la separación de los padres de manera traumática, maltrato familiar, abuso sexual, obligaciones que no les corresponden como salir a la calle a muy temprana edad a trabajar para brindar apoyo económico al núcleo familiar, todas estas circunstancias traen como consecuencia el inicio del consumo y otras actividades presentes en la calle”, destacó la psicóloga.

Generalmente, el ser humano cuando entra en la etapa de la adolescencia experimenta muchos cambios tanto físicos, psicológicos, como familiares, y de no ajustarse de la mejor manera y en el tiempo esperado, implicaría que el sujeto se rodee de personas no adecuadas que lo van a motivar a iniciarse en cosas nada productivas.

De igual forma, Génesis Bracho precisó que las personas que atienden en el programa Divino Niño son jóvenes consumidores que del 100%, el 90% se ha iniciado en esas acciones por una compleja dinámica familiar.

“La consecuencia de toda esta problemática es básicamente la delincuencia”, comentó la psicóloga Bracho, quien agregó que cuando hay una dependencia de drogas las personas que están sumergidas en ellas agotan todos los medios para conseguir esas sustancias y así poder sentir la satisfacción, “muchas veces, en su mayoría, estos niños y adolescentes se inician en el área delictiva robando en su núcleo familiar y luego a terceras personas, terminan con porte ilícito de armas, drogas y se desencadena toda una serie de grandes inconvenientes”, finalizó.

Programas sociales

Desde hace unos años se aplican programas preventivos donde se evalúan y diagnostican a los jóvenes relacionados con este fenómeno, a fin de remitirlos a los distintos sistemas para prestar la ayuda que el joven amerite.

Los proyectos se inclina en auxiliar a muchachos deambulantes con problemas de conducta y que tienen afección por el consumo, la fundación los rastrea y les presta hospitalización para brindarles apoyo y rehabilitación.

Marifé García, directora de Programa Social de Fundanis (Niños del Sol), explicó que esta fundación también se ha encargado de orientar y encaminar a los niños que han sido abandonados, así como de reeducar a los padres para evitar que la descomposición social que vive no solo Venezuela, sino el mundo, deteriore la relación entre los miembros de una misma familia.

El ente cuenta con diversos programas de orientación, atención médica y asesoría legal, que les permite a quienes acuden allí, a descartar las “malas andanzas”, en miras a convertirse en mejores ciudadanos.

“Al menos 160 niños se benefician del comerdor-escuela, y  en cada casas de abrigo (3), hay ocho niños con edades comprendidas entre 0 y 17 años, quienes dependiendo de sus necesidades, cuentan con un equipo de profesionales a su disposición”, refirió.

Mientras que Divino Niño, no solo se ha destacado por recibir a menores, sino por ir a buscarlos como modo de prevención, en los denominados “madrugonazos” y “tardazos”, en los que voluntarios y asesores salen por distintos sectores de Maracaibo y San Francisco, para detectar los lugares concurridos por los jóvenes para consumir alcohol, drogas, y en el caso de las niñas, donde se prostituyen.

Carmen Áñez, trabajadora social de Divino Niño. Foto: Valeria LandazabalCarmen Áñez, trabajadora social de Divino Niño. Foto: Valeria Landazabal

Carmen Áñez, trabajadora social de Divino Niño. Foto: Valeria Landazabal

Carmen Añez, trabajadora social de la institución, aseguró que el año pasado en nueve “madrugonazos” llevados a cabos en ambos municipios, al menos 70 niños y adolescentes fueron rescatados de las calles, y reinsertados a la sociedad a través de programas educativos y orientación familiar.

Del mismo modo, aquellos que tenían una adicción compulsiva a las drogas, fueron remitidos a Hijos del Sol, lugar que sirve como internado para que los muchachos se recuperen y eviten las recaídas.

De la calle a la delincuencia hay un paso

Aquellos que no han contado con la suerte ni la voluntad de recuperarse, han mutado a la delincuencia. La calle resulta el escenario perfecto para que las bandas criminales recluten a nuevos integrantes, aprovechándose de su inexperiencia y sobre todo de su necesidad.

Muchos cambiaron la pega por un arma, drogas más potentes y el crimen, enfilándose en una vida que más temprano que tarde podría terminar en su muerte.

La mayoría de las personas en situación de calle, vienen de ser víctimas de violencia intrafamiliar, violaciones y pobreza extrema. Foto: Jennifer Marrugo

Jennifer Marrugo/Johan Rangel

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