Rosalinda Hernández C..-
La psicóloga social y docente de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, Hisvet Fernández, realizó un análisis característico de las familias venezolanas que actualmente están viviendo la detención, arbitraria o no, de alguno de sus miembros.
De acuerdo a la especialista, tener un familiar preso genera un impacto psicosocial en la totalidad del grupo familiar, sobre todo cuando se trata de sectores de clase media y pobre de la población.
“Existen sectores que poseen poder económico, familias que tienen la posibilidad de delegar diligencias y se sienten con más seguridad para afrontar la situación en lo que respecta al pago de abogados y demás trámites que se generan”.
Impacto familiar
La familia se impacta primero porque existe un contexto nacional que no ofrece seguridad y la gente no confía en el sistema de justicia venezolano. Se somete a la población a niveles de absoluta inseguridad porque no tienen a quién, ni dónde recurrir, manifestó la psicóloga.
La desestabilidad se apodera del núcleo familiar porque toda la energía emocional se va a enfocar hacia el problema de la persona detenida: diligencias, preocupaciones, horas de trabajo, tiempo y dedicación.
Por otro lado, indudablemente, la situación afecta la liquidez monetaria familiar. La gente a veces abandona o pierde sus trabajos porque tiene que dedicar mucho tiempo a la resolución del problema y no existe permiso laboral que lo justifique.
Cuando la detención ha sido ejecutada en otra ciudad que no es la de origen del detenido o este es trasladado a una ciudad distinta a su residencia, se incrementa el esfuerzo de las familias porque tienen que hacer una mayor inversión de tiempo y dinero.
El duelo
Cuando un miembro de la familia es encarcelado se vive un duelo, hay ausencia física de la persona, no es un duelo absoluto o total porque no es la muerte, pero existe una pérdida que podría estar cerca de la muerte, teniendo en cuenta que por la misma desconfianza en el sistema de justicia se teme que al familiar le sobrevenga la muerte en algún momento.
No solo es la muerte súbita que atemoriza a los parientes de quienes están detenidos, las torturas, represión, maltrato físico y psicológico, violaciones sexuales, entre otros hechos que se conocen dentro de las cárceles, centros de reclusión u oficinas ambientadas para tener a la gente detenida pueden manifestarse, aseguró Fernández.
Consecuencias psicológicas
La desesperanza es la principal expresión de malestar psicológico en los familiares de detenidos. La desesperanza anula al ser humano, siente que no tiene salida. “Esto genera una frustración al no poder resolver el problema con los elementos que se tienen, con la voz, el derecho y la ley”.
El resentimiento y un incremento en los niveles de agresividad o violencia forman parte del estado emocional-familiar. “Pueden terminar convirtiéndose en personas violentas porque deben canalizar esa impotencia y lo harán siempre con los más vulnerables del grupo”, dijo la especialista.
Se forma una descomposición del tejido social y afectivo de la familia que trae más dolor y problemas, generando una situación de zozobra.