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El Salvador - Octubre 4, 2015
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Los niños también enfrentan situaciones difíciles, y muchas veces se les dificulta externarlas a sus padres. Te sorprenderás al conocer las causas y consecuencias de la problemática.
3 de Octubre de 2015 a la(s) 0:20 / Fátima Escobar
El ambiente en el que se desarrolla el niño, el contexto social o incluso factores intrínsecos del menor son algunas de las causas que hacen que ellos desarrollen crisis emocionales. Para contextualizar, ¿qué significa una crisis en un niño? El término se resume cuando una actitud cotidiana de tranquilidad y armonía se transforma en un evento traumático recurrente, donde notes a tu hijo inestable o diferente.
Pero ¿pueden los niños tener una crisis que les afecte de forma severa? Según la psicóloga y directora del Centro PEyDE, Alejandra Rivera, la respuesta es afirmativa.
La crisis es notoria cuando el menor experimenta inseguridades, miedos, malas conductas o ansiedad, las cuales muchas veces son consecuencias de una dinámica familiar conflictiva, es decir que los padres de los niños son partícipes de peleas constantes o un alto grado de estrés académico (traducido a un problema de aprendizaje y presión extrema por parte de los padres). A su vez, otro de los factores más frecuentes es el estilo parental, es decir, si es un padre en extremo autoritario o permisivo.
Sin duda, ningún padre o madre desea que una problemática de este tipo ataque a sus hijos, dado que muchas veces estas llegan a afectar la calidad de vida de toda la familia. Pues la inadaptación social y escolar, o el estado de melancolía permanente en el menor serán razón de inestabilidad para todos los miembros.
Las señales más notorias son: la pérdida de apetito, rechazo sin sentido a todas las personas o situaciones y conductas deprimentes regresivas. En este caso, la psicóloga aconseja que se acuda a un especialista, para que ayude a identificar el origen del problema para brindarle el tratamiento adecuado.
Los tratamientos no son arriesgados, pero sí muy específicos referente a la crisis que se deba tratar. La gran mayoría de ellas se resume en el apoyo y comprensión por parte de los padres.
Una forma curiosa de notar la crisis, según la experta, es cuando los menores somatizan las crisis, es decir que la convierten en síntomas físicos reales. Por ejemplo, cuando tu hijo te dice: “Me duele el estómago”, justo antes de ir a la escuela, con la finalidad de no asistir, puede ser un síntoma de crisis de la cual debes estar muy atento.
Es acá donde nace la importancia de siempre tener pláticas fluidas con tu hijo y con los docentes para tener presente el proceso de su desarrollo. Así conocerás si el menor sufre críticas que puedan generar una crisis de autoestima o si posee problemas de aprendizaje, teniendo como consecuencia miedo de ir a la escuela, para verse frustrado.
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